Texto y foto actual: Xochitl Salazar Bueno

Diseño web: Miguel Ángel Garnica

—¿Estuvo buena la tocada, señorita? —le consultó el taxista, luego de que pasó 20 minutos esperando para abordar un automóvil.

—¡Buenísimo! No se imagina las luces, el sonido. Aunque muchos dicen que el Palacio de los Deportes no tiene buena acústica, porque todo rebota en sus paredes, a mí me pareció perfecto el sonido —respondió extasiada.

Entonces ocurrió. El hombre frente al volante, de más de 60 años, le dio un dato que la joven de 25 años no sabía: “No sé de acústica, como dice, pero coincido con usted: creo que es un inmueble muy resistente, pues cuando fue construido para las olimpiadas de México 68 se le hicieron muchas pruebas de análisis de vientos y sismos”, dijo el hombre que miraba el rostro perplejo de la joven desde el espejo retrovisor y lanzó: “¿Si sabía, no, que fue una de las sedes olímpicas y el porqué de su nombre?”.

La joven negó con la cabeza y escuchó en silencio el relato del taxista; todos aquellos datos que desconocía, como que el inmueble que acaba de abandonar había sido planeado para albergar las competencias de otra de sus pasiones: el basquetbol.

El palacio que vio brillar al baloncesto mexicano
El palacio que vio brillar al baloncesto mexicano

Quizá al igual que a Karla, algunos saben que más allá de Muse, Soda Stereo, U2, Paul McCartney o Madonna, el Palacio de los Deportes, con 48 años de existencia, ha sido el escenario de diversos eventos: en su inauguración para los Juegos Olímpicos de México 68 para las competencias deportivas del deporte ráfaga; en la década de los 70 para corridas de toros y en años más recientes para ferias, exposiciones y conciertos.

La construcción de este gigante de acero inició en 1966 a cargo de los arquitectos Félix Candela, Antonio Peyri Macía y Enrique Castañeda Tamborrel, quienes plasmaron una nueva concepción estructural de planta circular cubierta con una bóveda metálica compuesta por una retícula de acero armado con arcos que siguen la forma semiesférica, la parte exterior de láminas de cobre en picos, buscando resistencia, duración, comodidad, colorido y un bello diseño.

Así, después de 714 días —el inmueble que por una revista estadounidense fue llamada “El Palacio de los Mil soles”, debido a la forma múltiple con que puede reflejar la luz solar— fue inaugurado el 8 de octubre de 1968. El entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, a las 11:25 de la mañana inició el recorrido por el Palacio de los Deportes “Juan Escutia”, nombre en honor de uno de los Niños Héroes, en la deportiva Magdalena Mixhuca. Con una capacidad para 25 mil personas ubicado a 21 kilómetros de la Villa Olímpica.

El palacio que vio brillar al baloncesto mexicano
El palacio que vio brillar al baloncesto mexicano

Sin embargo, quizá el evento con el que abrió sus puertas al público sería el que marcaría su destino, pues el 8 de octubre de 1968, con dos funciones por la noche con un costo de entre cinco  y 50 pesos se presentó el Ballet del Siglo XX de Maurice Bejart y la Sinfonía Nacional. Estos eventos eran la invitación para que la gente conociera de pie a pie el lugar donde 16 países iban a competir.

El palacio que vio brillar al baloncesto mexicano
El palacio que vio brillar al baloncesto mexicano

Quizá también por ese destino marcado para el Palacio fue que las páginas publicitarias de los diarios  a finales de los 60 y parte de los 70 se tapizaban con diferentes anuncios en los que aparecía al fondo o como personaje el inmueble en plena construcción o en la magnificencia tras haber sido terminado.

El palacio que vio brillar al baloncesto mexicano
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Así, en las páginas de EL UNIVERSAL desde el 13 de octubre se publicó el programa de las sesiones de competencia de baloncesto que se llevarían a cabo durante los siguientes siete días en horarios matutinos y vespertinos.

El primer juego de basquetbol que se vivió en el Palacio de los Deportes fue Brasil contra Marruecos.

El palacio que vio brillar al baloncesto mexicano
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Jugador ráfaga

Ricardo Antonio Pontvianne, mejor conocido como Rico, tiene 74 años. Su voz refleja su edad. Emocionado, en una llamada telefónica con EL UNIVERSAL desde Tampico, Tamaulipas —sitio donde radica y es originario— revive su participación en los Juegos Olímpicos de México 68. En su relato parece que es aquel joven de 16 años que con un metro 90 de estatura y 85 kilogramos se colocó el número 13 de la sección mexicana de baloncesto, justo como luce en nuestra imagen principal.

Rico, era segunda fuerza, pero años antes de las olimpiadas tuvo la oportunidad de asistir a un preolímpico en Tokio, 1964; ahí se enteró que México se había postulado para ser sede y que había sido seleccionado. Así con el equipo mexicano de basquetbol, el cual estaba conformado por 12 jugadores de entre 22 y 25 años, se preparó para la justa olímpica; dicha preparación inició desde 1965.

“Fue un motivo de felicidad que fueran en México. Pero nunca nos imaginamos que nos íbamos a preparar tan fuerte por el compromiso que tenía nuestro país ante el mundo”, narra Rico.

Este entrenamiento estuvo guiado por Lester Lane, quien fue campeón olímpico en 1960 en Roma y por una lesión tuvo que dejar de jugar básquet, pero comenzó a tomar cursos para convertirse en entrenador.

“Lo trajeron aquí a México y hasta la fecha ha sido uno de los mejores entrenadores que ha tenido México”, dice el exatleta.

Así, Lane los supo guiar con una gran capacidad e inteligencia y aunque no tenían la altura, ni el peso, ni la capacidad para poder enfrentar a equipos como Rusia, EU, Brasil, Canadá, Puerto Rico; que eran países mucho más fuertes, supo adaptarse al equipo y hacerlos fuertes y preparados.

Rico dice que sus prácticas duraban de ocho a nueve horas diarias y previo a las olimpiadas tenían juegos contra equipos fuertes, rápidos, pesados, para que pudieran tener condicionamiento necesario.

El palacio que vio brillar al baloncesto mexicano
El palacio que vio brillar al baloncesto mexicano

A tan sólo 10 días de las olimpiadas, Rico llegó a la Villa Olímpica, pues venía de prepararse en Europa. En ese sitio pudo convivir con jugadores de otros países y apreció la convivencia. Sin embargo, los nervios de la competencia los sintió hasta que vio el Palacio de los Deportes.

“Verlo era una sensación emocionante: jugar ante miles de espectadores era una cosa inmensa. Yo nada más veía gente desde arriba hasta abajo en la duela, creo que fue una de las asistencias más grandes que habido. Yo creo que le atinaron en convertirlo en la sede esta competencia, ya que el baloncesto era visto con cariño. A mí me motivaba mucho ver a tanta gente en las gradas”, recuerda con orgullo Rico.
Y emocionado narra los 40 minutos de juego en lo que denomina “deporte ráfaga”: “Corríamos sin parar. Correr, defender, correr. No paras, no es  como el futbol que la mueves, la detienes, la pasas, acá tienes segundos para ganar la bola y tirar”.

Rico recuerda que en su equipo había mucha unión y buena técnica; incluso le hubiera gustado que en esos años hubiera existido la regla de tres (con la que se puede tirar el balón a la mitas de cancha para ganar tres puntos). “Si hubiera existido esa regla hubiéramos estado en los primeros lugares por mucha puntuación”.

Sin embargo, los resultados fueron buenos, pues la selección mexicana de basquetbol del México 68 quedó en quinto lugar, con siete partidos ganados y dos perdidos ante la URSS y Brasil.

El palacio que vio brillar al baloncesto mexicano
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Luces y sombras

Así, desde Moscú 1980 el baloncesto mexicano no ha pisado los Juegos Olímpicos. Ante ese escenario, Rico opina que el baloncesto ha tenido problemas y no sabe por qué las autoridades no quieren reconocer a la Selección de Basquetbol; situación que atribuye a que nada más hay dos jugadores mexicanos nacidos aquí.

“Lo que no hay es apoyo y la preparación adecuada para llegar fuerte a estas competencias. Capacidad sí hay, son atletas fuertes, altos, pero al final se ve que la preparación no fue la adecuada”, sentencia Rico.

Por su parte, el basquetbolista Horacio Llamas, el primer mexicano en llegar a la NBA, en entrevista con EL UNIVERSAL opina que al basquetbol del país le falta apoyo y planeación.

“Desde que uno es chico debe irse preparando para llegar a lo que uno quiere. Para competir y  para ganar. Se necesita una planeación de 20 años para que aquellos niños de 7 u 8 años, sean ellos los que nos representen en las olimpiadas, sean ellos los que estén empujando, pero se les tiene que enseñar cómo jugar y también cómo competir”, dice el atleta en una visita a la Ciudad de México para un torneo de basquetbol en el que él es entrenador.

El palacio que vio brillar al baloncesto mexicano
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Trabajar y no bajar la guardia es la clave, dice Llamas. “Al trabajar muy duro se ve tu esfuerzo, te haces notar. Por ejemplo, yo estuve en diferentes campamentos haciendo mi trabajo, amo mi deporte e hice que lo fuera para llegar a donde llegué”.  Y eso es lo que hace Llamas con los jóvenes a los que ahora entrena. Quiere que aprendan lo que él aprendió: el trabajo duro diario desde el estudio hasta el entrenamiento.

El ex basquetbolista que pisó el Palacio de los Deportes con Magic Johnson, en un partido contra Argentina, recomienda a los basquetbolistas que quieren ir a las olimpiadas de 2020, que tengan una buena planeación, saber lo qué tienen que hacer para llegar ahí, saber las fechas de las eliminatorias, estar en las mejores posiciones, tener un entrenador que los ayude; además de  nutriólogo, psicólogo. Una mancuerna que los haga mejorar y sobre salir.

Fotos antiguas: Archivo EL UNIVERSAL.

Fuentes: Entrevista con los basquetbolistas Ricardo Antonio Pontvianne y Horacio Llamas; consulta del sitio web Comité Olímpico Mexicano y del Colegio de Ingenieros y Arquitectos del Estado de Hidalgo.

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