Cada 10 de diciembre se conmemora la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que este año cumple 48 años. Este año, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, lanzó la campaña Defiende hoy los derechos de los demás. Si bien desde la antigüedad hubo personas, en todo el mundo, que defendieron los derechos de sus propios grupos, desde el siglo XVI, en el contexto de la conquista de América, se inició un fenómeno que hoy entendemos como el papel típico de defensa de los derechos humanos: la defensa de otras personas, otros grupos, de quienes son sometidos a violaciones. Fue en el territorio de lo que hoy es México que Bartolomé de Las Casas —el autor del primer informe sobre violaciones de derechos humanos, Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias— propuso al virreinato las primeras leyes para proteger a los indígenas. Más tarde, en los siglos XVIII y XIX, el Continente Americano albergó el primer gran movimiento de defensa de derechos humanos de los demás, el movimiento por la abolición de la esclavitud de los afrodescendientes.

Hoy, sus herederos, los y las defensoras de derechos humanos del siglo XXI, siguen defendiendo los derechos de los demás, tanto en México como en el mundo entero, tanto de los pueblos indígenas como de los afrodescendientes. Evidentemente, quienes defienden los derechos humanos actualmente, defienden también a otros grupos de “los demás”: niños y niñas; mujeres, particularmente en el contexto de la violencia de género; personas con discapacidad; personas LGBTI; personas refugiadas, migrantes y desplazadas internas; las personas privadas de la libertad; y finalmente, en algunos países, las víctimas de tortura, desaparición o represión política.

Quienes defienden los derechos humanos —y a veces los derechos de los grupos estigmatizados— pueden ser incómodos para quienes detentan el poder, que no son sólo las autoridades, sino también los actores económicos, como fue también el caso de Fray Bartolomé y después de los abolicionistas. Muchas veces, como Fray Bartolomé, las personas defensoras son acusadas de haber exagerado y de frenar el progreso y desarrollo —un desarrollo que a menudo pasa por el enriquecimiento de unos pocos y el sufrimiento de muchos. Otras veces, son objeto de campañas de desprestigio por defender que un Estado de Derecho debe respetar también los derechos humanos de las personas procesadas o sentenciadas en un proceso penal.

En otras ocasiones, las y los defensores enfrentan la ignorancia de aquellos que pretenden negar los derechos de quienes no son como ellos, argumentando la tradición y la historia. Esto se manifiesta principalmente en los temas de orientación sexual e identidad de género. Pero lo cierto es que la historia tiene mucho que enseñarnos, tanto de lo bueno como de lo malo. Por ejemplo, sabemos que Fray Bartolomé y los abolicionistas tuvieron que defender que tanto los indígenas como los africanos no eran seres menos humanos. Hoy, necesitamos aplicar la misma lógica ante el discurso de discriminación —y a veces de odio— en contra de las personas LGBTI.

Por todo esto y más, sigue siendo vigente la defensa de los derechos humanos de “los demás”. Si sólo defendemos nuestros propios derechos, corremos al riesgo de sólo defender nuestros propios intereses. Por ello, la defensa de los derechos de “los demás” es fundamental para lograr una sociedad justa y equitativa —una sociedad en la que todas las personas vivan dignamente. Por todo lo anterior, les invitamos hoy a no tolerar ningún discurso de odio o discriminación, a levantar la voz por los derechos humanos. En este sentido, la Oficina del Alto Comisionado en México seguirá trabajando al lado de quienes defienden pacíficamente los derechos de las demás personas. No lo duden nunca, estamos con ustedes siempre.Representante en México del Alto.


Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

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