El derecho a tener acceso en auto a cada edificio de las ciudades, en una era en la que casi todos poseen un vehículo, es en realidad el derecho a destruir las ciudades. Lewis Mumford

Al igual que con la provisión de vialidades, en algún momento del siglo pasado se creyó en el falso paradigma de que al aumentar la oferta —en este caso de lugares para estacionar auto— se iba a solucionar la creciente demanda de viajes en automóvil y por ende se iba a disminuir la congestión y otros males que aquejan a nuestras ciudades por aumento en la cantidad y uso del auto. 50 años después de prueba y error, la congestión sigue aumentando y esto se debe en parte a que seguimos con normas inflexibles que nos dicen cuál es la cantidad de estacionamiento por metros construidos en edificaciones que debemos tener.

Estas normas obligatorias copiadas de manuales para las ciudades estadounidenses de los 60 y 70, nos condicionan a que las ciudades sigan siendo automóvil-dependientes y por ello con gran deterioro en muchos aspectos. Un ejemplo de años recientes es la ciudad de Detroit que tiene gran cantidad de estacionamiento en sus zonas centrales y cuya economía se ha ido colapsando por ser tan dependiente del automóvil y dedicarle tanto espacio. El problema evidentemente no ocurre únicamente en los estacionamientos sino en las vialidades para acceder a ellos.

Esto es especialmente contraproducente en zonas centrales de la ciudad en las que hay buenas redes de transporte público y en las que se busca aumentar la densidad y la mezcla de usos para aprovechar la infraestructura existente y minimizar los trayectos largos, entre otros beneficios. Al poner un mínimo de cajones de estacionamiento como receta (que por ejemplo en el caso de oficinas es de los más elevados con 1 cajón por cada 30 m2 construidos) se obliga a los desarrolladores y arquitectos a destinar grandes recursos y espacios para alojar un bien que cada vez más se busca racionalizar y desalentar en su uso.

De hecho de acuerdo un estudio del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP) en promedio los desarrollos que requieren impacto urbano es decir los más grandes, construidos en la Ciudad de México entre 2009 y 2013 destinan 42% de la superficie proyectada al estacionamiento y es por ello que organizó junto con el IMCO el concurso de ideas Menos cajones, más Ciudad. Estas normas de superficie de mínimos no son neutrales y juegan a favor del uso del automóvil, más si consideramos que todos los usuarios de las vías tenemos que pagar las externalidades que se generan: congestión, contaminación, accidentes, ruido, etcétera. Esto genera un abaratamiento del costo real por el uso del auto. Ejemplos de otras ciudades sobran en los que es impensable dedicarle tanto espacio en los edificios para alojar autos. La tendencia en muchas ciudades es sustituir los mínimos por máximos y darle un precio de mercado a un bien que se busca hacer menos abundante.

No por esto los edificios van a tener menos valor y se pueden utilizar esos metros para otros usos. De hecho el edificio de mayor valor comercial en el mundo, el Gherkin de Londres, cuenta solamente con 5 lugares para estacionamiento y son para personas con discapacidad. Algunos dirán que esto se debe a que tienen buenos sistemas de transporte público y el auto no es sinónimo de estatus como en México. Esto aunque pueda tener algo de razón, no debiera ser excusa para modificar esta normatividad absurda y comenzar a cambiar el paradigma que nos ha traído a la situación crítica en la que estamos.

Debemos enfocarnos a tener sistemas de movilidad más eficientes que el auto particular y apostarle a que una creciente ciudadanía está dispuesta a moverse de otra manera si hay buenas opciones. Existe además la posibilidad de utilizar parte de los recursos que actualmente se destinan para construir en estacionamientos en edificios, para mejorar los sistemas de transporte público que además de ser más equitativo (considerando que alrededor del 70% de los viajes se hacen en transporte público) van a hacer que las calles para acceder a estos edificios no estén tan saturadas de automovilistas. El Sistema de Actuación por Cooperación (SAC) Alameda Reforma es un excelente lugar para comenzar con esta visión hacia una ciudad más eficiente, sustentable y equitativa que todos queremos.

Director de Latinoamérica de ITDP

@BernardoBaranda

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