Aún no se puede hablar de falta de financiamiento externo para la economía, pero sí hay un problema en ciernes de estrechez de ese financiamiento. El mismo es necesario porque México tiene más importaciones que exportaciones de bienes y servicios, aun después de incluir remesas por 26 mil millones de dólares.

El déficit corriente (bienes y servicios) en 2016 sería de 28 a 30 mil millones de dólares y se tienen que financiar con inversión extranjera. Esta puede ser en planta y equipo (inversión directa) o en bonos del gobierno y de las empresas (de portafolio). La directa es alrededor de 22 mil millones y la de portafolio dejó de ser entrada a finales de 2015 y sería una salida en 2016 de 10 mil millones.

Un hecho preocupante es que el déficit corriente de bienes y servicios aumentó casi repentinamente, de un año a otro, en 10 mil millones. Esto fue por la caída de volumen y precio de exportaciones de petróleo y, aun más, el aumento de importaciones de gasolina, ya que éstas representan el 57% del consumo nacional.

Los años han hecho ver la política de décadas del gobierno de no invertir en la refinación de petróleo, iniciada en el gobierno de Carlos Salinas, como un error garrafal, no sólo para la seguridad del abasto, sino también para la estabilidad de precios, cuando el peso se devalúa y la gasolina se importa.

Desde 1994 México no había visto una confluencia entre un déficit corriente y un faltante de capital extranjero para financiarlo. En realidad, el déficit corriente es únicamente 3% del producto interno bruto, no alarmante, aún. Pero sí es preocupante tomando en cuenta que la economía casi no está creciendo, pues con mayor crecimiento se dispararía la importación de bienes de capital y, así, el déficit.

También preocupante es que el renglón de mayor entrada de capital extranjero desde 2010 ha sido la inversión en bonos del gobierno denominados en pesos. Como la Reserva Federal estadounidense comenzó a elevar sus tasas de interés, estas entradas desaparecieron y ahora son salidas. El aumento de tasa de interés por Banxico es en gran medida para hacer más atractiva su permanencia en pesos, pero no será suficiente.

Hasta aquí hay un desequilibrio no muy grave, pues la diferencia entre entradas y salidas de divisas en 2016 será de alrededor de 12 mil millones de dólares, y se puede pagar con las reservas internacionales acumuladas durante años. Por eso las reservas cayeron en 2016.

Así, las autoridades tienen una doble tarea para 2017: contener el déficit corriente y retener el dinero extranjero invertido en bonos, el cual, por cierto, se ha ido desplazando de bonos de largo plazo a instrumentos de corto plazo, de más fácil liquidación.

Se va a requerir casi de arte para lograr esto. Para contener el déficit corriente, las autoridades aplican una política macroeconómica que restringe la inversión y, por lo tanto, el crecimiento, para no generar más importaciones. Por otro lado, mantener la confianza, no sólo para impedir la liquidación de bonos por extranjeros, sino la salida de dinero de mexicanos.

Por el grado de restricción al crecimiento que se requiere, la expectativa que hoy tiene la mayoría sobre el crecimiento de 2017 parece demasiado optimista. Eso podría afianzar la confianza de los extranjeros, si las autoridades se los explican como un trago amargo que se toma una sola vez, mientras pasa una tormenta temporal. Pero dañaría la confianza si al final el bajo crecimiento simplemente continúa y los mercados no ven otra salida, con los problemas sociales que implica.

Analista económico.

rograo@gmail.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses