En los años de crisis macroeconómicas, la cuenta externa, es decir el déficit de la cuenta corriente en la balanza de pagos era un indicador adelantado. Usualmente varios años de deterioro en esta cuenta ocurrían antes de una crisis de balanza de pagos. México no tiene estas crisis desde la última, llamada del tequila, en 1994.

Por eso es una sorpresa que el Banco de México llame la atención sobre un déficit en cuenta corriente que llegó a 2.7% del PIB, pues los niveles de crisis de estos déficits eran superiores a 4%.

Un déficit como el de hoy no debería preocupar, a menos que haya otra información que sugiera salidas de dinero o insuficientes entradas por la cuenta de capital. Y esto es lo que está viendo no sólo la autoridad, sino los analistas en el mercado.

El déficit corriente en el primer trimestre bajó con respecto al del mismo periodo del año anterior. Pasó de 8 mil 300 millones de dólares a 7 mil millones y representó el 2.7% del PIB contra el 2.9% del año pasado.

Hay cosas que preocupan, sin embargo, en este déficit. Lo primero es un brutal deterioro en la balanza comercial petrolera. Esta balanza, la diferencia entre las exportaciones de petróleo y las importaciones de gasolina y diésel, tuvo un pequeño superávit en 2014 de 880 millones. Sus mejores días los vio con el superávit de 19 mil 400 millones en 2006 y desde entonces la importación de gasolina y la reducción de la exportación petrolera son la marca del tiempo nuevo. En 2015 su déficit fue de 10 mil 100 millones de dólares.

Todo déficit corriente se tiene que pagar con inversión extranjera o con deuda externa. La inversión extranjera directa que llega a México bajó de 9 mil 300 a 8 mil millones entre los primeros trimestres de 2015 y 2016.

La inversión al mercado de papel gubernamental en pesos, la más importante fuente de flujos, se secó en 2015 para llegar a mil 200 millones, cuando en su pico fue de 47 mil millones en 2012. Con este se pagaba el déficit corriente y se acumulaban reservas en el Banco de México. Y en el primer trimestre tuvo una salida de 4 mil 300 millones. El aumento reciente de la tasa de interés fue para ver si con eso se detiene la salida de dinero extranjero.

Al no haber esas entradas tan grandes, lo primero que tiene que bajar es la reserva internacional del Banco, lo cual ya ha estado haciendo, en 19 mil millones de dólares entre enero de 2015 y junio de 2016.

Lo segundo es el endeudamiento externo público y privado. Ambos están aumentando. La emisión de deuda pública en moneda extranjera en el primer trimestre fue de 12 mil millones de dólares y la privada de mil 800 millones. Este endeudamiento y la venta de reservas son obligados por el déficit de la cuenta corriente, la salida de flujos de extranjeros y la salida de otros activos que en el primer trimestre fue de 10 mil millones.

Se trata, en efecto, de un problema no visto en México desde 1994. Aunque hay problemas internos que explican la pérdida de entusiasmo de la inversión extranjera, sin embargo el evento más importante que lo causa es el movimiento global de capitales de países en donde se invirtieron por algún tiempo, a países que son refugio seguro. El error en México fue suponer que se trataba de inversiones permanentes. El movimiento tiene todos los visos de continuar, porque no son flujos que hoy respondan a diferenciales de tasa de interés entre un país y otro.

Si las mayores tasas de interés fijadas por el Banco de México no hacen la diferencia para estos capitales, lo mejor que puede hacer hoy la autoridad es dejar que el peso se ajuste por completo.

Analista económico

rograo@gmail.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses