Una historia que este año se ha escuchado con insistencia es que el consumo interno se volvió el motor de una recuperación, al aumentar el crecimiento del Producto Interno Bruto de 2.3% en 2014 a 2.5% hasta el tercer trimestre de 2015. Su aumento del tercer trimestre, celebrado como un punto de inflexión fue 2.6%.

De ahí que las ventas al menudeo hayan aumentado 5.2% hasta octubre, una cifra mucho mayor que la de los dos años anteriores. Pero, precisamente por eso, el aumento de ventas debería considerarse como un rebote, pues las ventas en 2013 sólo crecieron 1% y en 2014 lo hicieron en 2.7%.

Aunque no se puede negar que el aumento de ventas es significativo este año, las cuentas nacionales del tercer trimestre no apoyan la teoría de que el consumo es el nuevo motor. Si bien el consumo privado ha aumentado, su crecimiento sólo se aceleró de 3.2% en 2014 a 3.4% hasta el tercer trimestre de 2015. Por esa misma razón su participación en el PIB sigue siendo de 61.7%, como lo fue en 2013.

El verdadero salto y, por lo tanto, el motor del crecimiento fue la exportación. Eso suena paradójico, cuando es bien sabido que Estados Unidos no está absorbiendo un gran aumento de nuestras ventas, América Latina está en recesión y la zona euro está en un modesto rebote.

En efecto, las exportaciones de manufacturas medidas en dólares hasta noviembre apenas aumentaron 1.5% y esa tasa tan deprimida usualmente no eleva la tasa de crecimiento del producto.

La respuesta está en la fuerte depreciación del peso y su reflejo en las cuentas nacionales medidas en pesos constantes, es decir, sin inflación. Como la depreciación del peso no se transformó en inflación, su incremento explica el salto de la exportación de 10.5% este año, completamente contraintuitivo para una época de casi deflación en los mayores mercados externos de México.

Este salto en las cuentas nacionales de producto e ingreso desde luego se ha transmitido al consumo. Por una parte, aun cuando la exportación total hasta noviembre de este año ha caído en dólares 3.6%, la depreciación del peso ha sido 19% en promedio. Al haber muy poca inflación, sólo 2% hasta la primera quincena de noviembre, el aumento real del ingreso por exportación en pesos es muy significativo.

Es cierto que el valor de las importaciones también aumentó por el mismo efecto cambiario y para el Producto Interno Bruto hay que restar el aumento de la importación. Sin embargo, el precio en dólares de muchas materias primas que México importa cayó pronunciadamente, así como el de otros productos manufacturados que importamos con precios de dumping, como acero y calzado.

Por eso hay un diferencial enorme entre el aumento de la exportación y la importación de más de 4 puntos porcentuales, algo totalmente inusual. Este es el verdadero cambio y va a apoyar el consumo, sobre todo por el aumento del turismo y de las remesas.

Hay que hacer, sin embargo, dos observaciones. La primera es que es sorprendente que esta depreciación del peso no se haya reflejado en un mayor aumento de la exportación manufacturera en dólares y que ésta más bien se haya desacelerado a lo largo del año. En los últimos tres meses cayó anualmente 1.2%.

La segunda es que el modesto impulso a las ventas sólo se mantendrá mientras no haya mayor inflación.

El mundo hoy está afectado por deflación en muchos mercados. La depreciación del peso vino a dar vida al sector exportador. Podrá dar vida al crecimiento hasta donde no comience a aumentar la importación y el efecto neto de la depreciación se neutralice. No está el motor en el consumo.

Analista económico.

rograo@gmail.com

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