Urge detener el uso político y electoral de los programas sociales. Corrompe la democracia y agravia la dignidad de las personas. Además impide tener buenos resultados frente a la pobreza y la desigualdad. Por ejemplo, afecta el desarrollo del cerebro de más de un millón 500 mil niñas y niños que padecen desnutrición crónica.

Hay dos etapas que son determinantes para la movilidad social de las personas: la primera es el desarrollo del cerebro durante los primeros mil días de vida. Se le denomina “Desarrollo Infantil Temprano” (DIT).

La segunda es la etapa formativa cuyo primer logro es la culminación del ciclo secundario durante la adolescencia. En México equivale a completar la Educación Media Superior (EMS). Aquí me refiero a la primera etapa.

Los primeros mil días son fundamentales para el desarrollo cognitivo y afectivo de los seres humanos. Durante la gestación y en los primeros dos años de vida se generan las capacidades socioemocionales e intelectuales del cerebro.

El primer reto para el DIT es la sobrevivencia: evitar la mortalidad infantil. Para eso son clave las vacunas y la prevención y tratamiento de enfermedades, especialmente diarreicas y respiratorias. En países con menor desarrollo es el primer paso. En México esto se ha logrado, aunque hay retos en algunos estados.

En la primera infancia el cerebro necesita proteínas y micronutrientes suficientes así como estimulación sensorial, motriz e intelectual. La desnutrición es uno de los principales riesgos. Prevenirla es uno de los propósitos del “paquete” para promover el DIT.

Un estudio reciente de UNICEF y el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) presenta datos alarmantes. En México casi la cuarta parte de las niñas y niños de los hogares en mayor pobreza padece desnutrición crónica (23%). (Encuesta Nacional de Niños, Niñas y Mujeres, México 2015). El problema es grave además porque no hay mejoría en los últimos 10 años. La desnutrición crónica condena a millones de niños y jóvenes a vivir en pobreza. Gracias al INSP se puede conocer su evolución desde 1988.

La desnutrición crónica para menores de 5 años en los hogares mas pobres (quintil I), ha bajado menos de 8 puntos porcentuales desde 2006. Esto es menos de un punto porcentual por año durante 9 años. A ese paso se necesitan más de 20 años para erradicarla.

Hace 30 años afectaba a la mitad de los menores de 5 años de los hogares más pobres: 52.5% en 1998 y 48.4% en 1999. Casi no se movió en esos 11 años. Después vino la mayor reducción, bajó a 30.8% en 2006. Y luego la reducción se frenó, solo bajó a 25.6% en 2012 y 23% en 2015.

El mayor avance se dio entre 1999 y 2006. Bajó casi 18 puntos en esos 7 años. Poco más de 2.5 puntos porcentuales por año. Y luego se frenó a menos de un punto por año desde 2006. Una tercera parte de lo alcanzado entre 1999 y 2006. Es como si un auto que avanzaba a 60 km/h frena a 20 km/h. Tarda mucho más en llegar a la meta.

Urge actuar. Hay 1 millón 600 mil menores de 5 años con desnutrición crónica. Esta condición es irreversible y les afectará para toda la vida. Poco más de la tercera parte, 550 mil, viven en los hogares con menor ingreso (quintil 1).

No se requieren grandes inversiones. La desnutrición crónica entre los más pobres debiera ser enfrentada sobretodo con el componente de salud de Prospera. Sin embargo, los políticos se concentran mucho más en usar los programas para jalar votos que en realizar acciones efectivas para reducir pobreza y desigualdad.

El bien superior de la infancia requiere una política efectiva de DIT. Hay que hacer funcionar las acciones de salud y nutrición de Prospera e involucrar a mujeres de las comunidades para promover acciones de estimulación temprana. ¿Es mucho pedir?

Consultor internacional en programas
sociales. @rghermosillo

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