El 7 de Abril se celebró el Día Mundial de la Salud. En México, el anuncio del secretario Narro, en el evento oficial, “revivió” el Sistema Universal de Salud (SUS). Eso sería muy buena noticia. Lo malo es que sólo anunció convenios entre las instituciones de salud para la atención coordinada de 14 padecimientos. A ese paso, requerimos un siglo para hacer efectivo el derecho a la salud.

El anuncio de prestación coordinada de servicios, siendo positivo, es totalmente insuficiente para lograr el SUS. Al menos por tres razones: 1) Hay alrededor de 20 millones de personas que carecen de afiliación. 2) La condición laboral genera desigualdad de trato porque define el paquete de servicios al que cada persona tiene derecho. 3) La afiliación no garantiza la atención. No hay acceso efectivo, especialmente en el Seguro Popular.

La cobertura de toda la población era un mandato de la reforma que creó el Seguro Popular. Se debió alcanzar en 2010. En 2014, aún había 21.2 millones de mexicanos con carencia de afiliación a servicios de salud.

Esta carencia afecta a casi una quinta parte de la población (18%) y ha estado ausente del discurso y las prioridades desde 2012. En el evento de FUNSALUD, hace dos semanas, el presidente Peña Nieto instruyó al secretario que se “busque” en los padrones del gobierno a quienes aún carecen de afiliación. Sin embargo, no hay previsión presupuestal para incrementar la cobertura en 2016. Casi 20 millones de personas permanecerán excluidas.

La desigualdad de trato es un mal congénito del sistema público de salud. El Seguro Popular tiene un paquete de intervenciones menor al paquete ofrecido por las instituciones de seguridad social. Hay un conjunto de enfermedades que el Seguro Popular no cubre. Esto contradice el enfoque de derecho a la salud y discrimina a la población sin seguridad social.

El SUS requiere un plan para homogeneizar el paquete de servicios. No se puede generar la capacidad de atención por decreto, requiere recursos y tiempo. Uno de los motivos de rechazo al SUS es la sospecha de que se pretende homogeneizar a la baja. Es decir, reducir los padecimientos hoy cubiertos por la seguridad social y asemejar el paquete “universal” al del Seguro Popular.

La pretensión de reducción de padecimientos cubiertos contradice el principio de progresividad del derecho a la salud. Un SUS para nuestro país debe partir de los más altos estándares nacionales e internacionales. Y por lo tanto la única posibilidad es homogeneizar a la alza. Puede ser gradual, pero hacia arriba.

La discusión de los paquetes y las coberturas lleva inmediatamente al debate sobre el financiamiento y la sostenibilidad. Está claro que los recursos actuales son insuficientes. Se requiere un incremento sustancial de financiamiento público para construir un sistema universal de salud para los
próximos años.

Sin embargo, aquí el orden de los factores sí altera el producto. El incremento de recursos para la salud requiere que primero se garantice su aplicación transparente, eficiente y eficaz.

Este 7 de abril, la Acción Ciudadana Frente a la Pobreza presentó el documento Señales de alerta en el sistema público de salud y su tratamiento, donde compila algunas de las más importantes fallas que constituyen las “señales de alerta” que afectan el acceso efectivo a la salud (frentealapobreza.mx). La exigencia más urgente es arreglar la transparencia y la eficiencia.

El Día Mundial de la Salud se dedicó a la diabetes. Una acción clave para evitarla es cuidar el peso y hacer ejercicio. Frente a los problemas del sistema de salud en México, un mensaje similar es muy urgente: hay que cuidar los pesos que recibe y transparentar su ejercicio.

Consultor internacional en programas sociales

@rghermosillo

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