Hace unos días, mexicanos de diversas ciudades del país salieron a las calles a expresar su inconformidad, enojo y preocupación, por las políticas del presidente de Estados Unidos hacia México. Este hecho es reflejo de que lo que pasa fuera del país y que afecta particularmente a nuestros connacionales en la nación vecina, importa y preocupa a los mexicanos en México.

Continuamente escucho entre amigos y conocidos ¿y yo qué puedo hacer para mejorar las cosas? Son gente de bien que paga sus impuestos y celebra las fiestas patrias, pero que viven preocupados por la situación de inseguridad, desigualdad social y pobreza que aqueja a nuestro país. Expresiones como las del pasado domingo están plenamente justificadas, como manifestación de sentimientos legítimos; también sirven como catarsis social. ¿Qué hacer con toda esa energía positiva que se desprende de una situación de descontento e inconformidad?

Decía el dramaturgo alemán Bertolt Brecht que aquellos que luchan un día son buenos, los que luchan por un tiempo son mejores, pero los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles. En esta última categoría está Teresa Guajardo, que hace unos días transitó a su siguiente vida. Vecina y amiga de Malinalco, Teresa fue una incansable promotora de ideas, proyectos y acciones en beneficio de la comunidad. Mucho le debe Malinalco a esta gran señora. Desde la restauración del ex convento Agustino, joya arquitectónica colonial, hasta haber convertido a Malinalco en Pueblo Mágico.

Su preocupación por la seguridad comunitaria y la desigualdad social se vio reflejada en una serie de acciones y proyectos en favor de la población más vulnerable de la comunidad. En repetidas ocasiones nos encontramos con Teresa y con su esposo Claudio X. González, entusiasta apoyador de estas causas, en eventos en el barrio de San Martín —en donde se encuentra el centro juvenil Xolotlán del programa Imaginalco—, conviviendo con jóvenes de la comunidad en mayor situación de riesgo, conversando con el Moyo y el Tiburón, líderes de pandillas y conviviendo con niños y niñas.

Madre de familia y esposa de empresario, Tere dedicaba innumerables horas a hacer gestiones de gobierno, acercamiento con líderes de la comunidad y a la atracción de recursos y esfuerzos para enfrentar la problemática local. Quienes la conocimos y la tratamos tenemos mucho que agradecerle. Su entusiasta e incansable labor dejó huella en esta comunidad.

Como Teresa y su familia, existen dentro y fuera de Malinalco innumerables ciudadanos de todos los estratos sociales preocupados y dispuestos a comprometerse seriamente dedicando tiempo y recursos en acciones a favor de la comunidad. Las buenas conciencias no son indiferentes a la desigualdad, la pobreza, la discriminación y la violencia. Y las conciencias informadas saben que los esfuerzos gubernamentales resultan insuficientes.

Interesante el hecho de que las actividades emprendidas por Tere y otros miembros de la comunidad de Malinalco estén dirigidas a emparejar la cancha de la desigualdad social y a la prevención de la violencia, que son quizás las dos principales enfermedades de las que se queja la patria.

Encontrar el camino para participar es parte del reto. El camino más corto es dedicarle un tiempo a involucrarse con su comunidad, conocer sus necesidades y encontrar la actividad y la forma de participar de acuerdo con el perfil de cada quien. Con una gran ventaja. Existen ex presidentes, ex alcaldes y ex diputados, pero no existen ex ciudadanos. La labor de los ciudadanos puede y debe ser constante y permanente. Y un consejo: no dejemos para mañana lo que podemos iniciar hoy. Gracias Tere por tu labor y por tu ejemplo.

Consultor en temas de seguridad y política exterior.

lherrera@coppan.com

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