“Perdió Herrera, ganó el abuso.. Perdió la agresión, ganó el rollo.. Mmmmm”, escribió en su cuenta de twitter el periodista deportivo Edgar Valero (@evalerob) al respecto de la salida de Miguel Herrera como Director Técnico de la Selección Nacional de Fútbol luego de la agresión del Piojo al también periodista Christian Martinoli en un aeropuerto de Los Estados Unidos.

Valero habló en su cuenta de twitter sobre los abusos en las palabras de Martinoli al trabajo del ex Director Técnico. Como él, hubo muchos usuarios más en las redes sociales que apoyaron al Piojo, otros, inclusive, justificaron el acto argumentando que Martinoli merecía algo más que un puñetazo por sus groseros comentarios.

Están en su derecho de expresar lo que les plazca, ¡se vale!, por eso vivimos en un país libre, donde las ideas y los comentarios, por más frívolos o polémicos que sean, no se castigan ni se persiguen. La violencia, en cambio, sí es un delito.

Pablo Carrillo escribió al respecto de la cesación del Piojo y del trabajo de Martinoli: “¿Me pregunto también si las formas de narrar deben ser más respetuosas, con sorna, con condimento, pero sin pasarse de la raya? Me cuestiono” (@CarrilloPablo)

Siempre he pensado que es preferible un exceso de libertad a una censura disfrazada, al final son los lectores, radioescuchas, televidentes y cibernautas los que controlan dichos excesos con sus preferencias. Cito el ejemplo de la revista francesa Charlie Hebdó, abocada al insulto más vulgar hacia todo, incluyendo lo que para algunos es sagrado e íntimo, como la religión, ¿ridiculizar al Papa, a un rabino, a Jesús Profeta o a Mahoma daba derecho a los radicales islámicos de asesinar a sus caricaturistas? Obviamente no, sin embargo, antes de los trágicos sucesos del 7 de enero, la revista era de un tiraje relativamente bajo para Francia en comparación de publicaciones más moderadas sobre los mismos tópicos.

Ofender no necesariamente vende y puede castigarse con el inexorable juicio del público que no admite amparos ni recursos en contra.

Martinoli tiene, como todos, el derecho de criticar tan ácidamente como se le pegue la gana el trabajo de cualquier personaje público, desde el Piojo hasta el Presidente, el puñetazo de Herrera le costará al periodista la martirización por un tiempo, será la víctima de un verdugo irascible.

Aunque al final, será él mismo, sin quererlo, verdugo del victimario, así las reglas de la libertad.

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