La educación en México es todo un tema que se debe analizar desde varios ángulos, pero es evidente que tenemos problemas serios y un rezago importante que nos coloca en los últimos lugares entre los países miembros de la OCDE.

Con la finalidad de superar estos rezagos, y colocarnos como un país más competitivo en materia educativa, hace unos días se presentó el nuevo modelo educativo, el cual parece, por lo menos en el papel, una medida adecuada para empezar a rectificar el camino.

El nuevo modelo educativo tiene como propósito mejorar la calidad de educación. Entre sus principales objetivos están el que los niños terminen su educación básica y media superior con el manejo del idioma inglés, con amplios conocimientos de matemáticas, con un papel proactivo a la sustentabilidad, con un dominio de las tecnologías de la información, donde el aprendizaje de los estudiantes se centra en la resolución de problemas y no en memorizar fechas y hechos.

En esencia, se busca reorganizar el modelo del país, que niños y jóvenes reciban educación integral y de calidad. Para lograrlo, se implementarán ejes como: el desarrollo de aprendizajes clave para la vida del alumno (cambios en la curricula), autonomía de gestión en las escuelas, formación y desarrollo en los docentes, inclusión y equidad, además de la participación que tendrán en el sistema actores como el gobierno, las autoridades educativas locales, el sindicato, las escuelas, los docentes, los padres de familia, la sociedad civil y el Poder Legislativo.

Sin embargo, el mensaje del nuevo sistema educativo es ambiguo, “Primero el presente, primero los niños” denota que no tenemos una ruta clara para el futuro, lo cual en muchas ocasiones nos ha llevado a cometer errores.

Los niños son el presente y el futuro de México; la realidad es que tenemos un problema en el presente del sistema educativo, la planificación del gobierno tiene que ir con miras en pensar en el futuro, pero al mismo construir resultados en el mediano y corto plazo, que sirvan como base para este largo plazo que deseamos para las próximas generaciones, en el desarrollo de los niños. Un ejemplo de ello son los logros realizados por China o Corea del Sur con su modelo educativo.

En la actualidad, hablar de educación pública a nivel básico se asocia a conceptos como paros escolares, baja calidad, corrupción, burocracia, inequidad, clientelismos, entre otros, que han dificultado el aprendizaje y donde los más perjudicados son los usuarios finales, es decir, los niños, las familias y la sociedad en general.

Debido a conflictos magisteriales y políticos, continuamente maestros y alumnos ven interrumpidos los ciclos escolares, aunado a la falta de condiciones óptimas para impartir clases, la ausencia de infraestructura básica y tecnológica, así como el bajo nivel de capacitación de la planta docente, derivan en brechas educativas que se van arrastrando por años.

Ya era hora de un cambio educativo, pero como es costumbre entramos tarde al proceso, por lo que es importante trabajar de inmediato y empezar a generar resultados.

Es urgente mejorar y fortalecer las competencias educativas en la población, en temas como el uso de TIC’s, idiomas, capacidad de innovación entre otras, que son características que hoy en día sectores potenciales como la energía, el campo, el turismo, el sistema financiero, los servicios entre muchos otros están buscando en la mano de obra.

Los retos para este nuevo modelo son muchos, capacitar en el nuevo modelo a mil 47 millones de docentes que actualmente hay en educación básica pública, dotar de habilidades digitales a 23.3 millones de alumnos en el mismo nivel y contar con conectividad en las 197 mil 560 escuelas requiere de recursos, además la administración pública vive un momento de ajustes y por las condiciones económicas no se descartan recortes al gasto.

Lo que genera preocupación de que las autoridades puedan alcanzar las metas deseadas y nuevamente todo quede en declaraciones y buenos deseos.

Por estas razones creemos que la operación debe ir acompañada de una clara ruta de gestión no sólo en el presente, sino también en el largo plazo, sumado a indicadores de anticipación que permitan medir el avance en su implementación, con metas concretas a cumplir en períodos específicos.

A partir de este nuevo modelo, se espera que el país mejore en los indicadores educativos de la OCDE. Por otra parte, la educación debe de dejar de ser un motín político y sindical; el gasto público en este rubro debe ser eficiente y se tiene que mejorar la infraestructura, la capacitación docente y sobre todo vincular a la educación con el sector productivo, para que en verdad se genere un cambio en México derivando beneficios al país y posicionándonos como ejemplo a nivel mundial.

Presidente de Consultores Internacionales S.C.

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