Acaba de publicarse la Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia (Ecopred), realizada por el Inegi durante 2014. Su objetivo declarado es constituirse en el instrumento de medición de la Política Nacional de Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia; más específicamente, determinar los elementos que influyen en la formación y socialización de los mexicanos de entre 12 y 29 años en zonas urbanas. El diseño estadístico se hizo mediante entrevistas directas en casi 98 mil hogares de 47 ciudades con el jefe de familia y miembros de la población a estudio. Los datos arrojados son interesantes, pues es posible identificar algunos de los principales factores de riesgo en materia de violencia y delincuencia juvenil, así como las acciones para prevenirlos o combatirlos. Los datos arrojados son muchos. Al ser imposible dar cuenta de ellos en esta columna, me limito a destacar algunos que más han llamado mi atención.

Los jóvenes entrevistados en su mayoría reportaron haber sufrido robos sin violencia o haber sido acosados por sus condiciones de edad, aun cuando alrededor del 30% estimó haber sido objeto de ellas. Específicamente, cerca de una tercera parte de quienes asisten a la escuela consideran haber sido objeto de acoso escolar o bullying. En relación con esto, resulta interesante que la mayor parte de las agresiones (57.5%) hayan provenido de personas conocidas, destacando los compañeros escolares, conocidos, familiares y personas cercanas.

Ante este espectro de delitos, faltas administrativas o conductas indebidas, ¿qué dijeron los jóvenes sobre la autoridad que, al menos en parte, podía introducir algún remedio? Primeramente, que el 87.7% de ellos manifestó algún nivel de desconfianza en los policías por considerarlos corruptos, vinculados con la delincuencia o no interesados en la seguridad ciudadana. Este porcentaje se agrava con el hecho de que el 62.9% consideró que la policía sí podía atrapar delincuentes, aun cuando el 36.1% de ellos dijo que los liberarían de inmediato. Una posible correlación entre este conjunto de datos, es que muchas de las conductas que agravian a la población juvenil se realizan por personas conocidas y sin violencia física, y que los policías ni intervienen en la prevención de ellas ni vale la pena confiarles la denuncia debido a su desinterés y corrupción.

Más allá de las autoridades, ¿qué declararon las personas jóvenes acerca de las acciones vecinales frente a las conductas delictivas o antisociales? Dijeron que las peleas entre pandillas y los robos se atendían con mayor frecuencia (50.6% y 39.9%, respectivamente), algunas más con cierta frecuencia (vandalismo, consumo de alcohol en la vía pública, peleas entre vecinos, uso de armas de fuego y ruido), mientras que otras con poca frecuencia (venta y consumo de droga, arrancones y bloqueo de calles, prostitución y venta de piratería). Los datos son interesantes si se les compara con dos resultados adicionales. El primero, la frecuencia con la que observan la realización de esas conductas. El ruido y el consumo de alcohol y drogas son observados muy frecuentemente; la venta de productos pirata, el asalto o robo a transeúntes e inmuebles frecuentemente, y la venta de droga, los disparos, las amenazas, extorsiones y prostitución, con menos frecuencia. ¿Qué hacen individualmente? Este es el segundo resultado a destacar. Sólo el 15.9% de los entrevistados dice participar en grupos. Del resto, un amplio 39.4% aduce falta de tiempo y un 17.1% falta de interés, pero un 39.7% señala inexistencia o desconocimiento de actividades o programas en que pudiera participar. Otra inferencia indica cierto potencial de actuación juvenil en el involucramiento para mejorar sus propias condiciones de vida. Aquí haría falta la incorporación de diversos estímulos y programas, muy en el sentido de lo que proponen Thaler y Sunstein como nudge, esto es, la intervención del Estado en la arquitectura social mediante sugerencias indirectas y cambios en los incentivos que orienten a los ciudadanos a tomar mejores decisiones y participar en ellas.

Más allá de los resultados de la Encuesta es de la mayor importancia que se haya hecho y se siga realizando. En un país con tan escasa cultura de la medición como el nuestro, hay que celebrar que se hagan muchos esfuerzos para acumular evidencia para saber realmente cómo estamos. Sólo así podremos ir saliendo adelante con cierta solidez, más allá de modas, retóricas e intuiciones pasajeras.

Ministro de la SCJN.

@JRCossio

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses