Los ingresos públicos federales gozan de excelente salud: contrario a lo esperado en un año de modesto crecimiento económico (solamente 2.5% durante el primer semestre del año) y a pesar de la caída del precio del petróleo la captación de recursos va en aumento.

Hasta junio, los ingresos totales del sector público se elevaron 11.4% en términos reales, casi 290 mil millones de pesos adicionales. Si bien 239 mil millones se encuentran vinculados con los remanentes del Banco de México el resto es producto de un incremento en la recaudación tributaria que ha compensado la contracción de los ingresos por hidrocarburos.

En el periodo citado, la recaudación tributaria del gobierno federal aumentó en 168 mil millones de pesos. Sin lugar a dudas esto se encuentra relacionado tanto con el incremento de 3.6% que el consumo privado reportó hasta el mes de mayo como a la contribución del impuesto sobre la renta.

Las cifras son contundentes, la recaudación por el denominado como Sistema Renta fue superior en 12.6%, el impuesto al valor agregado en 5.3% y la Producción y Servicios por 14.9%. Como ejemplo representativo se tiene que en gasolinas y combustibles el incremento superó el 22%, es decir 39 mil millones más que la contribución del 2015. El alza en el precio de los combustibles hará que esto sea superior en los siguientes meses.

Si bien la parte de ingresos relacionada con el IMSS, ISSSTE, la CFE y el petróleo se contrajo en (-) 66 mil millones, desde un punto de vista recaudatorio la primera mitad del 2016 ha generado más ingresos para el sector público.

No obstante ello no se refleja en el gasto público. El gasto programable real fue menor en (-) 2.8%, básicamente por los recortes que se han aplicado a la inversión, la parte productiva del presupuesto.

El aumento en ingresos se ha destinado a ejercer un mayor gasto no programable, 7.3% adicional. Un componente esencial de este tipo de erogaciones es el costo financiero, el cual se elevó en 10.1%. Esto ocurrió por el pago en intereses, comisiones y gastos en que se debe incurrir para saldar la elevada deuda del sector público federal: 27 mil millones más que en el primer semestre del 2015 (un total de 237.6 mil millones de pesos).

Como ha ocurrido desde los años 80, el pago de la deuda consume crecientes recursos en momentos que el país los necesita para reactivar su crecimiento económico.

Es la consecuencia del endeudamiento improductivo que ha marcado la historia del país en los últimos 40 años.

Si bien hay una contención en los gastos etiquetados como servicios personales (492 mil millones de pesos en el primer semestre de ambos años), es evidente que el sector público enfrenta fuertes restricciones para reducirlos.

Como se ha mencionado, la inversión pública se mantiene en el centro del ajuste presupuestal implementado: durante el primer semestre se contrajo (-) 16.6%, alrededor de 58 mil millones de pesos. La causa no fue una menor recaudación tributaria, el erario público tiene más recursos que el año previo, solo que se destinan al pago de intereses.

En este sentido se implementan medidas similares a las que durante 30 años han mermado la capacidad productiva de México: se reduce la inversión pública para pagar deuda.

La estrategia es una pesada losa porque distraerá crecientes recursos del gobierno federal. Hasta junio la deuda neta total fue de 6.5 billones de pesos, casi 290 mil millones más que en diciembre pasado. Cuando se contempla a todo el sector público federal el total de deuda neta fue de 8.7 billones de pesos, cerca de 568 mil millones más que en diciembre del 2015, el 46.2% del PIB.

Como consecuencia, en el futuro se tendrá un incremento sostenido en el pago de intereses y comisiones. En este sentido, los hogares y empresas privadas termin arán haciéndose cargo no solo de la generación de empleo, la inversión y el crecimiento de México, también deberán pagar los costos del endeudamiento improductivo.

Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico

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