De Lenin a Trump. La presidencia de Trump cumplió el lunes diez días que trastornaron al mundo con su rastro perturbador en EU y sus relaciones internacionales. Pero también fueron días que unieron a México —como no ocurría en décadas— en torno a la necesidad de enfrentar las muestras de enemistad, como las llamó ayer el editorial del NY Times, del Ejecutivo estadounidense. Se trata de la reconstrucción del tejido nacional en la búsqueda de alternativas para eludir los peores riesgos para los mexicanos —de dentro y de fuera— que anuncia el gobierno de EU.

Las reacciones de la sociedad mexicana —y de importantes sectores de EU y del resto del mundo contra las agresiones a México— ofrecen importantes activos en esta hora, como lo expresó el presidente Peña en su mensaje del lunes. Pero, con realismo, el propio Presidente advirtió que el peligro está lejos de haber cedido y que vienen momentos complejos. Me limito aquí a un ángulo de esa complejidad.

El primer enunciado del título de estas notas —el referido a los trastornos de los primeros diez días del gobierno de Trump— y el título del célebre reportaje de John Reed, Diez días que estremecieron al mundo —el relato de los acontecimientos que hace cien años sacudieron al planeta con el triunfo de Lenin a la cabeza de la revolución en Rusia— enmarcan el hallazgo del historiador Ronald Radosh —en los sesentas, joven militante de la ‘nueva izquierda’— de que el jefe de estrategia y de asesores del presidente, el ultra derechista Steve Bannon, se ha autodescrito como ‘leninista’.

¿Presidente o ministro de la post verdad? Así lo simplificó en noviembre de 2013 este publicista de la supremacía blanca: “Lenin quería destruir el Estado y ésa también es mi meta”. “Quiero derrumbar y destruir todo el establishment de hoy”, remató entonces, como lo pueden ustedes ver aquí: . Habrá que esperar los nuevos bombardeos de contrainformación de esa fábrica de ‘enemigos identificados’ constituida por el discurso de Trump y sus primeras ‘órdenes ejecutivas’ —de las que Bannon fue artífice central— ahora que este implacable y confeso destructor de instituciones internas y arreglos internacionales fue nombrado miembro del primer escalón del Consejo Nacional de Seguridad, además de sus otros dos cargos de primer nivel en la Casa Blanca.

El NYT de ayer sugiere que con este paso Bannon se pudiera estar perfilando como presidente de facto. Pero por lo pronto, su nuevo nombramiento antepone la función de la propaganda política a los análisis de los expertos en seguridad. Por eso no es casual que en Estados Unidos y buena parte del mundo el libro más vendido en estos días sea la novela 1984, de Orwell, que entre otras calamidades describía un Ministerio de la Verdad ocupado en la fabricación de mentiras, a la manera en que el gobierno de Trump ha popularizado los ‘hechos alternativos’ o los ‘no hechos’ como realidades, en esta era de la instauración de la ‘postverdad’.

Esperpento americano. Como si, a la manera de los esperpentos de Valle Inclán, se tratara de poner en el centro de la atención universal los rasgos más grotescos, retorcidos y absurdos, en este caso de la derecha estadounidense, la gestión Trump-Bannon logró en diez días —enlista el NYT— enemistarse con los mexicanos, después de más de dos décadas de estrecha convivencia; con los judíos, al no mencionarlos en la conmemoración del holocausto; con los musulmanes por el ilegal veto migratorio; con su departamento de Justicia, al despedir al procurador que no validó esa medida; con el personal diplomático de su propio gobierno, que se resiste a romper los tratados con los aliados históricos de Europa y Asia y Latinoamérica.

Sí que serán complejos estos tiempos para México, que explora vías de salida a través de nuevas formas de unidad activadas por este reto desconocido en varias generaciones.

Director general del Fondo de Cultura Económica

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