El último relevo en Petróleos Mexicanos exige una reflexión acerca de las causas por las que a partir de 1980 ha habido 13 directores generales, con una duración promedio de 2 años 9 meses.

Esta inestabilidad “gerencial” no se explica sólo por complejidades de la empresa y desaciertos de sus administraciones. El marco de gobierno corporativo aplicable y los titubeos de política pública son más importantes. En reiteradas ocasiones se ha observado que, con los años, el marco normativo que aplica a Pemex se volvió pesado e ineficiente, y ni siquiera la profunda reforma energética de 2013 corrigió ese problema.

Pemex se desenvolvió razonablemente bien cuando el gobierno federal y el país no habían generado todavía una profunda dependencia de los ingresos petroleros. Cuando en 1979 se inició la explotación del megayacimiento Cantarell, y la empresa alcanzó otra dimensión operativa y financiera, el resto del gobierno buscó cuando menos opinar e, incluso, incidir y participar en las políticas públicas aplicables a Pemex, hasta en su conducción. Ahí se ubica el origen del relevo de esta semana.

Los diagnósticos y las críticas a Pemex se centran en sus aspectos operativos, soslayando los financieros. Esto responde a que durante los últimos 32 años (1983-2014), dicha empresa ha generado para el país una renta petrolera de 4.3% del PIB por año. ¿Quién se queja de eso? También se omite señalar que se trata de una de las empresas petroleras que ha generado mayor EBITDA (“rendimiento antes de impuestos y derechos”) durante muchos años, pero que los impuestos y derechos que ha pagado al gobierno federal casi siempre han sido por un monto superior a su EBITDA. Por tanto, Pemex generó recursos suficientes para fondear su reserva de pensiones, pero no se le permitió, y fueron a dar a las arcas públicas. La reforma de 2013 perdió la oportunidad de iniciar una corrección de la asfixia regulatoria, en la medida que no se excluyó a Pemex (y a CFE) del Presupuesto de Egresos de la Federación. En los hechos, Pemex se ha endeudado para cubrir impuestos. Surgen varios puntos relevantes.

Primero, debido a su gobierno corporativo y a su condición de empresa integrante del sector público, todas las decisiones estratégicas, planteadas por su administración, han sido autorizadas por, cuando menos, cuatro instancias: su Consejo, su cabeza de sector (Sener), la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y, al estar incluida en el Presupuesto, por el Congreso de la Unión. Por ejemplo, esto abarca la adquisición inexplicable de dos plantas de fertilizantes.

Segundo, con el transcurso del tiempo la dependencia de las finanzas públicas de los ingresos petroleros no ha disminuido sustancialmente.

Tercero, durante diversos periodos, Petróleos Mexicanos invirtió mucho menos de lo necesario, debido a que todas esas instancias no le autorizaron un programa de inversiones adecuado. Eso explica que el sistema nacional de refinación se encuentre en precarias condiciones de integridad operativa, que produzca petrolíferos de bajo valor que ya no demanda la economía mexicana, que se importe 53% de las gasolinas que requiere el país, que en algunos periodos la tasa de restitución de reservas haya caído por debajo de 100%, debido a programas de exploración insuficientes, que no se haya contrarrestado a tiempo la caída de la producción de Cantarell y, por tanto, se haya reducido la producción de hidrocarburos.

Por eso, la pregunta relevante no es cuál será su programa operativo con la nueva administración, sino, ¿qué es lo que el gobierno y quienes lo encabezan harán para disminuir su carga fiscal a niveles competitivos, para permitirle un endeudamiento, coyuntural o estratégico, suficiente para financiar su modernización, en vez de pagar impuestos, para apoyarla en su reestructuración financiera, para restituirle la reserva de su fondo de pensiones —canalizada a las arcas públicas—, para indemnizarla (a valor de mercado) por los múltiples activos que se le están “expropiando” por mandato de la reforma energética, para permitirle que pueda conservar esos recursos y los invierta conforme mejor responda a sus intereses, para darle flexibilidad absoluta a fin de que se asocie con los particulares que más le convenga?

El relevo de personas sólo funcionará en la medida que haya un relevo de ideas acerca de lo que es y puede ser Pemex.

Economista

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