Con gran esfuerzo, durante meses se ha trabajado para que los yacimientos que no vaya a explorar o explotar Pemex se liciten, comenzando con la Ronda Uno. Desde el debate en el Congreso acerca de la propuesta de reforma de 2008, que nació “muerta”, pues no consideraba reforma constitucional, quedó claro que se superaría el tabú de eliminar la exclusividad de Pemex. Hasta 2013 la administración de Peña Nieto planteó un esquema realista que partía de una reforma constitucional.

Por eso, ayer fue un día importante para México. La presentación de ofertas de la primera licitación de la Ronda Uno culminó un arduo proceso de reforma, de la cual los principales beneficiarios son los mexicanos. Basados en reglas definidas en ley, un grupo de jóvenes mexicanos condujo un proceso ejemplar de licitación de bloques petroleros marinos para exploración y producción por particulares. La escena de ayer, inconcebible hace sólo tres años, amerita comentarios.

Primero, en materia de capacidad administrativa, al igual que con el TLCAN, México probó que es capaz de concluir los mandatos de ley y reglamentos a tiempo, para concretar un evento ejemplar y transparente. Segundo, a pesar de lo incipiente de las instituciones regulatorias, el proceso se desarrolló con eficacia y transparencia.

Tercero, que a muchas empresas o inversionistas potenciales les quedó claro que el gobierno de México tiene reglas claras y una actitud receptiva para continuar impulsando su reforma energética. Cuarto, la transparencia, premisa fundamental del proceso licitatorio, ayer evolucionó del discurso a la realidad.

México envió al mundo un mensaje fundamental: que tiene gente capaz, íntegra y dedicada para cumplir las tareas que requiere la reforma energética. También reafirmó que estas licitaciones están conducidas con criterio político y por una burocracia competente.

Dicho lo anterior, el resultado desanimó a muchos, pues se esperaba colocar del orden 4-5 campos, y no dos como fue el caso. Por tanto, hay mucho que aprender.

Debido a la carga histórica de este proceso, algunos requisitos que se fijaron parecen excesivos. Hay que definir cuáles y cómo relajarlos sin perjuicio del erario mexicano, pero otorgando mayor flexibilidad para lograr procesos más concurridos. Ayudó el anuncio de Pemex, que si bien conforme a derecho hubiera podido participar, señaló que por motivos financieros y estratégicos no participaría en esta licitación. Sin embargo, el anuncio fue tardío.

Durante meses la expectativa fue que participarían más empresas. Esta resultó ingenua por parte de las autoridades, que deben mejorar sus mecanismos para anticipar una participación realista. En todo caso, si bien fueron menos empresas que las esperadas, fueron muchas más que de no haber reforma. Para México, ayer fue un buen día; para las autoridades, motivo de reflexión.

Es notorio que en los campos dos y siete, las diferencias entre las propuestas ganadoras y las que les siguieron fueron cerradas, lo que indica que, a partir de factores técnicos y financieros, entre otros, esas empresas hicieron su trabajo, pues llegaron con propuestas muy similares.

De 25 empresas calificadas, nueve participaron, pero con pocas propuestas. De las empresas cuya participación algunos esperaban, faltaron ofertas de Total, Chevron, Exxon, Lukoil, Plain Acquisitions, y Petrobal. Esa “ausencia” se explica en un contexto más amplio, pues siguen cuatro licitaciones de la Ronda Uno, y muchas más anunciadas en el Plan Quinquenal de Licitaciones para Exploración y Extracción de Hidrocarburos.

Afortunadamente ayer se inició un proceso que México requería desde hace décadas, con eficacia administrativa y con trasparencia, pero con menos participantes que los esperados. El tiempo dirá en qué medida esto sólo representó un tropiezo de arranque.

Economista

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