La semana pasada acudí a una reunión invitada por Alianza Generacional, grupo de opinión que al interior del PRI reúne a militantes que han ocupado diferentes responsabilidades. Fue un foro que se centró en el objetivo de fortalecer al partido y su competitividad.

Con autocrítica, experiencia y oficio, se expusieron diagnósticos y propuestas de cara a la XXII Asamblea Nacional, cuya plenaria se celebrará en agosto.

Un par de días después vino un desencuentro con la dirigencia, originado por declaraciones desatinadas que pretendían descalificar a la reunión y a sus convocantes.

Afortunadamente, ese ríspido momento dio paso a la reflexión y la secretaria general, Claudia Ruiz Massieu, ha asegurado que la Asamblea tendrá espacio para todas las posturas y se discutirán en serio todos los temas. Espero que así sea, para bien del partido y de la democracia.

A la par que esto ocurría, se registraron una serie de ataques en redes sociales, sobre todo a mi cuenta de Twitter. Las cuentas agresoras fueron ubicadas en Estados Unidos, Chile y Colombia, con una “base” de operación en Toluca y Veracruz. Nada nuevo: cada vez que he externado una crítica al sistema he recibido ese tipo de agresiones; seguramente seguirán.

Siempre he pensado que a ese tipo de actitudes debemos responder con firmeza, con claridad y sin rodeos.

Quiero ser candidata a la Presidencia de la República, y quiero ser candidata por el PRI. Pero también creo que debe ser por medio de una consulta directa y libre a nuestra militancia y a la ciudadanía, no por una decisión cupular. Sencillamente porque quiero deberme a la ciudadanía y no a la cúpula. Una responde ante quien le elige.

No es una idea exclusiva de Ivonne Ortega Pacheco. Es una exigencia que he escuchado de voz de militantes en por todo el país, que también quieren elegir dirigencias por el voto de la base, para que tengan probada militancia y compromiso partidista.

La democracia interna de los partidos políticos es necesaria. Si la ciudadanía mantiene a los partidos, debe ser la ciudadanía la que decida quiénes serán candidatos, en procesos democráticos que legitimen y comprometan a quien aspire a un cargo público.

En el PRI, la Asamblea es el órgano supremo. Por eso la XXII Asamblea Nacional es el marco indicado para lograr la democracia interna. A ella concurrirán priístas de todo el país que viven la realidad económica, social y política, y saben lo difícil que es hacer campaña en un país en que la ciudadanía ha perdido la confianza en la política y en los partidos.

Diputada federal por el PRI con licencia

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