“Mis compañeros me llamaron dramática cuando les exigí respeto”; “cuando pedí que recogieran su basura, me dijeron que para eso estaba yo”; “argumentaron que no podían darme un ascenso porque no confiaban en mi capacidad para tomar decisiones”; “sugirieron que tendríamos que ‘arreglarnos’, si quería mi finiquito”…

Los anteriores son testimonios de mexicanas que han sufrido algún tipo de discriminación en el trabajo. Y son voces a menudo poco escuchadas, porque la sociedad no está realmente consciente del problema, ni de cómo impacta en el desarrollo personal y profesional de las mujeres.

Cada 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, y este año el tema propuesto por la Organización de las Naciones Unidas es la igualdad laboral de las mujeres. Buen momento para revisar qué estamos haciendo para garantizar condiciones de equidad en lo que a trabajo se refiere.

En nuestro país hay mucho camino por recorrer.

Las mexicanas, como todas las mujeres del mundo, tenemos la capacidad y el coraje para salir adelante en todas las áreas de desempeño, pero ha sido una lucha permanente para lograr, primero, el reconocimiento legal de nuestros derechos sociales y políticos, y después, el reconocimiento de la propia sociedad a esos derechos.

Aún recuerdo cuando empecé en la política y gente que aprecio me dijo que “no debía meterme” porque era asunto solo de hombres. Implicó mucho coraje y determinación de mi parte hacerme de un espacio propio en un mundo que hoy, afortunadamente, tiene caminos menos cerrados para las mexicanas.

La Constitución establece que hombres y mujeres somos iguales ante la ley, pero para que la letra constitucional se materialice en realidades, hacen falta voluntades, convicciones para romper inercias que lastran a la sociedad.

Aún persisten actividades y regiones en donde se paga a la mujer menos que al hombre por el mismo trabajo. Y eso que el número de familias dependientes de una mujer es mucho mayor hoy en día.

Aún existen prejuicios y actos discriminatorios que erradicar en centros laborales.

Por eso es necesario que desde el gobierno se proteja la equidad en el trabajo, concientizando e incentivando a empleadores, tanto públicos como privados, sobre la importancia de contar con mecanismos que eliminen toda discriminación.

Tarea compleja, si tomamos en cuenta que desde el mismo gobierno hay un sesgo o al menos un mensaje poco positivo al respecto, pues únicamente tres de las 20 posiciones titulares del gabinete federal son ocupadas por mujeres.

Hasta que no se garantice que las mujeres tengamos las mismas oportunidades y derechos que los hombres dentro del mundo laboral, seguiremos teniendo un país en el que el destino de las personas depende en parte de su género.

Hay que cambiar esa visión.

Si logramos concretar un país con igualdad laboral para hombres y mujeres, lograremos que en México sea nuestro esfuerzo, talento y dedicación lo que marque nuestro destino en la vida y no dónde ni cómo nos tocó nacer.

Diputada federal del PRI con licencia

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