El ataque de las fuerzas armadas egipcias a un convoy de turistas entre los que perecieron 8 mexicanos y resultaron heridos otros siete ha conmocionado nuestro país por haber tenido lugar en una nación con la que tenemos una relación de amistad de varias décadas. Este atentado mortal contra civiles indefensos ha puesto en predicamento a las autoridades egipcias, que no han podido o querido ofrecer una explicación satisfactoria sobre esta tragedia, a pesar de la petición expresa del presidente Peña para que se abra una investigación exhaustiva y del esfuerzo desplegado por las autoridades de la SRE para asistir a las víctimas y sus familiares. Tanto nuestra embajada en El Cairo como la Dirección de Protección de la Secretaría de Relaciones y su titular han actuado como corresponde a la obligación de proteger y brindar asistencia a nuestros compatriotas en el exterior, máxime cuando se trata de un caso inédito por involucrar a las fuerzas armadas de un país amigo.

En las primeras horas que siguieron a este lamentable suceso, la información sobre las circunstancias y consecuencias del atentado era por demás confusa sin que se supiera a ciencia cierta el número de muertos y quiénes eran aparentemente los responsables. Surgieron versiones que atribuían la responsabilidad de los hechos a la agencia de viajes que aparentemente no había advertido a los turistas sobre la peligrosidad de un viaje por esa zona ni obtenido los permisos requeridos por la policía turística. Pronto se aclaró que este no había sido el caso, y que se contaba no sólo con el permiso de las autoridades para viajar, sino que el convoy iba custodiado por una patrulla.

Todo esto nos lleva a pensar que si, como lo afirman las autoridades egipcias, se trató de una infortunada confusión, el problema subyace en la falta de coordinación entre tres entidades, el Ministerio de Turismo egipcio, el ejército y la policía turística.

Desde hace ya varios años, a raíz del ataque terrorista a un grupo de turistas europeos en el templo de Hatshepsut en el valle de los reyes, el gobierno egipcio creó la policía turística con el fin de brindar protección a los visitantes en los sitios arqueológicos. Esta medida fue ampliamente criticada pues se advertía desde el primer momento el peligro que entrañaba la falta de coordinación entre dos cuerpos policiacos bajo distintos mandos y con diferentes funciones. En efecto, la policía turística carecía de la información de inteligencia requerida para prevenir cualquier atentado, toda vez que dicha información se guardaba celosamente por la gendarmería y el ejército.

Aunada a la incapacidad de las autoridades para coordinar a ambas policías, deberá tomarse en cuenta la proclividad oficial al ocultamiento de la verdad, que dan lugar al surgimiento de innumerables teorías de conspiración y leyendas urbanas, pues la censura es una práctica arraigada en el sistema de gobierno egipcio.

La aparición del llamado Estado Islámico en la región del Medio Oriente representa para Egipto la mayor amenaza para su estabilidad debido a que de ese país han surgido las organizaciones más importantes del fundamentalismo islámico, particularmente la Hermandad Musulmana, de donde provienen los ideólogos de las agrupaciones terroristas más destacadas. Por esta razón las fuerzas armadas están abocadas a la supresión de toda agrupación sospechosa de tener nexos con las organizaciones terroristas internacionales como Al Qaeda y el Estado Islámico.

Son varias las regiones del territorio egipcio en donde operan los grupos subversivos. El Sinaí, junto con la zona desértica occidental que colinda con Libia, son consideradas por su permeabilidad y su lejanía de las grandes ciudades, las regiones más vulnerables sobre todo después de la caída del régimen de Gadafi, que ha hundido al país en una situación de Estado fallido.

Ex embajador de México en Egipto

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