Resulta inútil desconocer que la Avenida Chapultepec, por su traza, historia y ubicación, en una de las partes neurálgicas de la ciudad de México, requiera de una intervención para mejorar su operación y dignificar un entorno por demás atractivo. El proyecto denominado Corredor Cultural Chapultepec, que en días recientes ha estado en boca de la opinión pública, autoridades y vecinos, es presentado como una solución para “Integrar las colonias Juárez y Roma”, además de que será fundamentalmente un espacio público que potenciará la actividad cultural, recreativa y comercial de la zona y que mejorará la movilidad.

Veámos cuáles son las características de la avenida en el tramo en cuestión; en el inferior va la línea 1 del Metro, tocando tres estaciones; Insurgentes, Sevilla y Chapultepec; en paralelo al cajón del Metro corren dos túneles, uno que libra la glorieta de Insurgentes y otro la estación Metro Chapultepec. El ancho o sección de la calle es muy bueno pero a su vez la distancia para cruzarla la hace accidentada y peligrosa, las banquetas son discontinuas y se encuentran en pésimo estado, el perfil de los paramentos y las fachadas no gozan de calidad, mas sí de gran potencial; los locales comerciales en las plantas bajas tampoco destacan por sus atractivos, la vegetación se encuentra en los camellones entre carriles y no producen el efecto que si estuviesen sobre un andador peatonal.

Una vez observado las imágenes del proyecto en cuestión hago las siguientes reflexiones y propuestas. 1) Soy un convencido absoluto de que los espacios peatonales deben estar a nivel de calle, la óptima plataforma para el peatón es la banqueta, mientras más amplia y libre de obstáculos mejor, lo anterior posibilita activar las plantas bajas de los edificios en beneficio de una vida pública accesible. 2) El ancho de la Avenida Chapultepec permite optar por alternativas menos aparatosas para resolver el problema de sus cruceros y senderos peatonales, si es que el objetivo central de lo que se persigue es ese. 3) Para desaparecer la carga vehicular de los carriles centrales deben continuarse los túneles, así los vehículos pasarían por abajo desde Havre hasta Constituyentes y de José Vasconcelos hasta Mérida en sentido contrario, con ello se ganaría mucho espacio para ampliar banquetas y liberar de la superficie a numerosos vehículos. 4) Para urdir el tejido urbano y conectar las colonias Juárez y Roma nada peor que levantar una barrera de tres niveles. Por el contrario al ampliar las banquetas laterales se reducirán las distancias entre cruceros y se abrirán perspectivas a nivel de calle. 5) Si el Metro corre por debajo, aprovechar al máximo tal infraestructura para el transporte público y utilizar el espacio de superficie para movilidad alternativa, bicicletas y otros medios. 6) Utilizar los terrenos baldíos o susceptibles a edificar mejores construcciones a lo largo del tramo, potenciando la porosidad de las plantas bajas y con ello extender actividades a nivel de calle.

Más allá de las interconexiones físicas se encuentran las sociales; la colonia Roma se ha ido consolidando con un perfil habitacional, cultural y de servicios muy atractivo, sin que ello no implique contradicciones y conflictos; por el contrario, la Juárez en su Zona Rosa se encuentra a punto del colapso, las calles hechas pedazos, invasión de giros negros y deterioro urbano. Una natural y auténtica integración entre ambas sería el mejoramiento integral y aprovechamiento del potencial que tiene la Zona Rosa.

Arquitecto.

@FelipeLeal_Arq

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