Hillary Rodham Clinton pregunta en su libro Hard Choices, “¿Qué parte del mundo es destino de más del 40% de las exportaciones de EU?” ¡No es China! Sólo participa con el 7%. ¡No es Europa!, con el 21%. Son, en especial, Canadá y México.

“Nuestros vecinos del sur, afirma, han logrado notables avances económicos y políticos en los últimos veinte años”.

Y remata: “Algunos ven los lazos cercanos con Latinoamérica como amenaza a nuestra soberanía e identidad, pero yo veo nuestra interdependencia como una ventaja comparativa a ser abrazada”.

En la misma contienda por la Presidencia, Donald Trump, al igual que su tocayo el pato, habla disparates, pero… subió en las encuestas del 4 al 18%, encabezando a los precandidatos republicanos.

Eso sí es preocupante y digno de toda la atención de México y de Latinoamérica.

Es innegable una creciente corriente de estadounidenses con animadversión a México y los hispanos, incluyendo académicos, como Samuel Huntington, maestro de Harvard y ex miembro del Consejo Nacional de Seguridad, que en su libro Who are we?, con una visión contraria a Hillary, ve la inmigración mexicana como un problema de seguridad nacional.

Huntington predice un movimiento de “autoctonía blanca” “que luchará contra la mezcla entre razas por ser ésta generadora de una cultura degenerativa para los fundamentos originales de EU”.

Samuel ganó fama de visionario al predecir hace 20 años, la lucha entre EU y el Islam militante, en su libro The clash of civilizations y ahora, peligrosamente, volvió su mirada contra México.

He ahí dos visiones sobre nosotros. ¿Debemos aplaudir a Hillary y abuchear a Donald y Samuel, como simples expectadores?

Como país, como gobierno, como pueblo y como región, debemos dejar claro ante los estadounidenses argumentos sólidos, como los que esgrimió Hillary o Pomp en el Washington Post, al citar el estudio de Bianca Versani, de la Universidad de Massachusetts, que revela que los residentes nacidos fuera de Estados Unidos, muestran más bajos niveles de participación en crímenes que los nacidos ahí y que la tasa de criminalidad entre los migrantes de primera generación, es significativamente más baja que la tasa general de delincuencia.

Pomp también cita a Jorg Spenkuch, quien demuestra que no existe correlación entre inmigrantes y delincuencia violenta en Norteamérica; y a Rubén Rumbaut, de la Universidad de California, quien muestra que la proporción de encarcelamiento de jóvenes es más baja para inmigrantes.

Como observamos, las investigaciones serias sobre inmigrantes revelan la ligereza de las declaraciones de Trump pero, el sentimiento que está cultivando no debe tomarse a la ligera.

Tanto Obama como Hillary han deplorado la fobia de Donald contra los mexicanos.

Pero quienes debemos trabajar sembrando la semilla del respeto y reconocimiento a nuestra cultura y aportaciones a la economía global somos nosotros, antes de que un día despertemos con la predicción del libro EU dentro de 100 años con una invasión de EU a México.

Presidente ejecutivo de Fundación Azteca.

@EMoctezumaB

emoctezuma@tvazteca.com.mx

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