Donald Trump perdió el primer debate presidencial de 2016. El multimillonario, celebridad mediática que derrotó en los debates de las primarias a todos sus adversarios republicanos y logró hacerse de la candidatura de su partido; hombre sin experiencia política, crítico del establishment y de los políticos. Ganó el debate Hillary Clinton, candidata por el Partido Demócrata, la primera mujer que contiende por la Presidencia del país más poderoso del planeta y sin duda la candidata con mayor experiencia política en la historia moderna para ocupar el cargo. Se trató de un debate único, nunca visto, desde aquel primer debate televisado entre John F. Kennedy y Richard Nixon. El reto de Trump, mostrarse apto para la Presidencia y el de Hillary Clinton, convencer que puede ganar las elecciones. Para el Huftington Post Trump tuvo el peor desempeño de un candidato presidencial en tiempos modernos.

La sorpresa de la noche fue que Hillary Clinton aplastó a Trump, quien por primera ocasión no pudo jugar en su terreno y en sus propios términos para desestabilizar al contrincante tocando fibras sensibles; entró al escenario sin guión, sin preparación y en un esquema desconocido para él, no tuvo una preparación previa y adecuada. Se mostró errático, inconsistente, sin coherencia. Mientras Hillary se vio tranquila, segura, preparada y congruente. La televisión que es imagen, mostró el rostro de Trump, enojado, desestabilizado, agresivo y errático en su discurso. Sólo los primeros 20 minutos pudo desplegar algunas ideas, comenzando por los “graves problemas” que representan los tratados comerciales, que México le roba empleos a Estados Unidos y China también, ofreció que eso se iba a acabar, algún otro balbuceo contra los inmigrantes indocumentados… Y luego comenzó a perder el rumbo. Hillary Clinton se refirió a las relaciones comerciales que benefician a ambos países con los tratados firmados, sin negar que pueden ser mejorados, pero insistiendo en que tienen efectos económicos y sociales positivos para ambos países.

De ahí en adelante Trump perdió el hilo de la conversación, que versó sobre cuestiones económicas, sobre cómo crear empleos, sobre la reducción de impuestos que propone para los ricos. Clinton rebatió la propuesta por el déficit que se crearía y explicó que podía llevar a otra crisis… El debate avanzó en los restantes 70 minutos en los que los temas que se abordaron fueron todos sensibles: cuestiones de seguridad, terrorismo, guerras, combate a ISIS, el desarrollo de armas nucleares, problemas de racismo que prevalece en EU contra los afroamericanos. Las respuestas de Trump mostraron que no estaba suficientemente preparado, interrumpió a Hillary en 57 ocasiones. No logró articular su discurso, ni explicar cuestiones tan importantes como por qué negó durante 5 años que Obama nació en Estados Unidos. Trump perdió en temas de género. En general, sus respuestas espontáneas no fueron suficientes, también mintió al negar haber apoyado la guerra contra Irak.

En los focus groups en estados como Ohio y Florida, los indecisos mayoritariamente reconocieron el triunfo de Hillary Clinton en el debate. En Ohio ni uno de 29 indecisos dijo que Trump ganó. Cuando Trump afirmó en el hall de Hofstra, “creo que mi principal fortaleza es, por mucho, mi temperamento”, la multitud rió a todo volumen. “Hillary ganó la noche pero Donald Trump está vivo para pelear otro día”.

Periodista y analista internacional

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