El mundo amaneció consternado: Gran Bretaña decidió salirse de la Unión Europea (UE). La libra esterlina sufrió el primer impacto, perdió en las primeras horas 10% de su valor, tocó su nivel más bajo desde 1985, arrastrando al euro y a muchas otras monedas. George Soros dice que la libra podría quedar igual al euro, tan vilipendiado por muchos británicos. Los mercados bursátiles en el mundo se fueron a la baja, cayó de nuevo el precio del petróleo, pero sobre todo se abrieron grandes incertidumbres. Shock y confusión son las palabras que definen lo que ocurre. El shock para la economía de Gran Bretaña, se anticipa, será mayor al abandonar la UE, su mayor socio comercial, al dejar de ser el puente con Europa para empresas instaladas en su territorio, que abandonarán, al dejar de emplear la mano de obra de migrantes que ha fortalecido su economía; al vulnerar la situación de estudiantes y emprendedores en su territorio; y al cerrarse y abandonar un proyecto que representa el mayor esfuerzo de unidad y colaboración en el mundo. El daño a la Unión Europea es enorme.

Los partidarios de Britain Exit tomaron una decisión histórica con la que Gran Bretaña se convirtió en el primer país que abandona la UE, con base en dos argumentos: (1) estaremos mejor económicamente, y (2) recuperaremos libertad e independencia de decisiones propias, rechazamos las instituciones europeas y sus reglas. Se aferraron a nacionalismos exacerbados. Fue una decisión de enojo y frustración, tomada principalmente por gente descontenta, de mayor edad y bajos niveles educativos. Son parte de esa insurrección de descontento que está presente en muchos países y que encuentra refugio en ultraderechas europeas y también de EU, con Donald Trump a la cabeza. El Brexit ganó, así, sin alternativas, desoyendo advertencias e ignoraron todos los análisis que anticipaban lo que ya está ocurriendo. Dice Felipe González, perdieron los jóvenes por decisión de sus mayores, “el futuro lo deciden los que no lo tienen”. Esa es la paradoja interna. Lejos quedó aquella frase de Margaret Thatcher: “Estoy en contra del libre cambio, pero nunca bajaré a Gran Bretaña del tren europeo”.

La crisis es también política en Gran Bretaña, ahora dividida entre los partidarios de salir y permanecer en la Unión Europea. El primer ministro Cameron ya anunció su dimisión para octubre tras la derrota de quienes buscaban permanecer en la UE. Fue él quien llamó al referéndum para dar solución a un problema dentro de su partido. Como el aprendiz de brujo, echó a andar la escoba que fue trayendo cántaros de agua, sin encontrar el conjuro para detenerla. Gran Bretaña se inundó y se desborda hacia la UE y al mundo entero: es la quinta economía del mundo, la segunda de los 28 países de la Unión, el país en el que existía la confianza en su fortaleza democrática y económica, así como en su liderazgo militar. Uno de los países líderes en la UE.

El resultado de la votación muestra un país dividido en dos mitades. En contra de salir de la UE estuvieron Escocia e Irlanda del Norte, una gran parte de Londres, Cardiff la mayor ciudad de Gales, Oxford, Birmingham, Manchester y Liverpool, las ciudades más desarrolladas. Votó por permanecer en la UE el electorado más joven y más consciente de las consecuencias de salir de la Unión Europea. La votación: 48.1% por permanecer y 51.9% por abandonar la UE. La crisis apenas comienza.

La primera ministra de Escocia advirtió de inmediato que podría repetirse el referéndum por la independencia, ya que los escoceses refrendaron su voluntad de permanecer en la UE. La incertidumbre será larga y dañina, Gran Bretaña tiene que informar a la UE su decisión de salir, luego se abre un largo periodo de negociación de los términos de la separación, que será complejo por la cantidad de tratados y acuerdos que habrá que cambiar, se espera que en dos años se puedan concluir los acuerdos, pero podría ser necesario más tiempo que también tendría que ser acordado por las partes. El periodo de incertidumbre se ampliará. Estará a prueba la solidez de las instituciones europeas. Esperamos no estar viendo en el Brexit el catalizador de otra crisis global.

Hay también consecuencias políticas que no es posible menospreciar. El euroescepticismo se fortalece. En algunos países europeos crece ya el caldo de cultivo para nacionalismos exacerbados, demagogia de ultraderecha, chovinismo y xenofobia con que navegan insurrecciones de ultraderecha que se alimentan de descontentos populares de gente enojada y frustrada. Y es que el capitalismo global ha extendido más allá de límites soportables la desigualdad entre ricos y pobres, privilegiados y olvidados. Más valdría comenzar a revisar el modelo económico y social de la globalización del siglo XXI, porque así no es sostenible.

Colofón. Donald Trump apareció en Escocia, donde visitó sus resorts y campos de golf, construidos con presiones sucias para la adquisición de terrenos. Ahí se congratuló del triunfo del Brexit, al que llamó “una gran cosa” porque alienta a sus partidarios.

Periodista y analista internacional

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses