El gran tema de la agenda internacional es el de la movilidad de la población en el mundo, nunca antes tan grande y tan dramática desde el fin de la II Guerra Mundial. Así lo manifestaron varios de los discursos de jefes de Estado y del secretario General de Naciones Unidas al iniciarse la 71 Asamblea General del organismo multilateral, en Nueva York. Se desarrolla la primera Cumbre de la Asamblea General sobre Refugiados y Migrantes, que pone así en el centro, que enfoca la creciente, urgente y dramática crisis humanitaria.

Y, sin embargo, hay que reconocer que esta crisis humanitaria enfrenta enormes resistencias no sólo por los amplísimos desplazamientos de población que tienen lugar, fundamentalmente desde el Mediterráneo hacia Europa, sino porque se vinculan, erróneamente, con el terrorismo por el origen de las poblaciones desplazadas por guerras como la de Siria, y las provocadas por fundamentalistas y terroristas en Irak y Medio Oriente o Afganistán.

La urgencia y los tiempos tienen distintas medidas. Una es la de los debates en Naciones Unidas y otra la de las urgencias de la población obligada a huir, la de los campos de refugiados lo mismo en Grecia que en Turquía, Líbano o Kenya, las urgencias y desesperación de los miles y miles de desplazados desde sus lugares de origen. Hay cifras elocuentes, como lo informa Filippo Grandi, una de cada 113 personas en el mundo ha tenido que dejar su hogar por violencia, persecución y violaciones a sus derechos humanos. Cuestión de sobrevivencia y de muchos muertos. El año pasado un promedio de 24 personas huyeron cada minuto; más de 65 millones fueron desenraizadas de su país y forzadas a buscar refugio en el exterior. Se trata del mayor número de personas, mujeres, niños, hombres, viejos, obligados literalmente a huir desde el fin de la II Guerra Mundial.

Desafortundamente y en paralelo, frente al drama humanitario, aparecen las resistencias y el rechazo a los refugiados, el temor que infunde el terrorismo que cobra víctimas inocentes. Quienes desde las derechas reclaman, rechazan a los musulmanes y en general a todos los migrantes, los otros, los desconocidos, a los que hay que temer. Refugiados, migración y terrorismo se presentan, dolosamente, como parte de lo mismo, alentando miedos y fomentando odios raciales que no hacen sino sembrar tempestades mayores.

El tema de los refugiados se vincula con el de las migraciones. Una nota optimista fue el artículo que escribieron conjuntamente los alcaldes de Nueva York, París y Londres en el diario NY Times, Bill de Blasio, Anne Hidalgo y Sadiq Khan, con el título de “Nuestros Migrantes, Nuestra Fuerza”, en el que advierten lo “equivocado de caracterizar a las comunidades de inmigrantes y refugiados como radicales o peligrosas”. Desarrollan lo que han hecho con un enfoque inclusivo, como el camino a seguir. Tres ciudades globales reconocen la fortaleza y contribuciones de los inmigrantes. Historias de éxito a partir de la diversidad que enriquece.

El miedo paraliza, ciega y rechaza la ayuda humanitaria tan necesaria hoy. Los que alientan los odios, se atrincheran en el aislacionismo y promueven el miedo, no hacen sino fortalecer a los terroristas, rechazando lo que es distinto, incapaces de reconocer la crisis humanitaria por la que atraviesa el planeta, no hacen sino cerrar las puertas y buscar los muros para aislar. Por el contrario, París es la primera mayor municipalidad en abrir un centro, iniciando en octubre con 400 refugiados. Nueva York ha colocado a representantes de la ciudad en cortes de inmigración para conectar a niños no acompañados que buscan asilo con servicios de salud y educación. Londres proveyó apoyo a más de mil niños no acompañados buscando asilo. Tres ciudades que promueven políticas, para asimilar la diversidad, promover la inclusión y el éxito.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses