La semana inició con la noticia sobre el acuerdo que alcanzó Grecia con los líderes de la zona euro para obtener un tercer rescate económico, tras casi 7 años de crisis financiera generada por niveles insostenibles de endeudamiento. De esta forma, el gobierno podrá recibir apoyos financieros hasta por 86 mil millones de euros durante 3 años, a la vez que consiguió permanecer dentro de la Unión Europea y evitar con ello una quiebra económica generalizada y desordenada. A cambio, Grecia aceptó las condiciones impuestas por sus acreedores, las cuales consisten en un paquete de reformas estructurales orientadas al saneamiento de las cuentas públicas con el fin de poner la casa en orden.

Al respecto, los países de la Unión Europea pidieron a Grecia que se apegue a un estricto calendario en el que aprobará reformas sobre el IVA, las pensiones, recortes de presupuesto automáticos en caso de que el gobierno incumpla sus metas fiscales, nuevas normas de bancarrota y una ley de banca de Europa que podría ser usada para que los grandes depositantes asuman las pérdidas.

Adicionalmente, el resto de los países de la eurozona impuso a Grecia la venta de activos públicos privatizables, como la red de transporte eléctrico, con el fin de crear un fondo por 50 mil millones de euros que servirá para recapitalizar a la banca, reducir la deuda externa, e invertir en proyectos productivos. Grecia también deberá flexibilizar su legislación laboral, particularmente en materia de negociaciones colectivas o despidos colectivos.

Por ello, el parlamento griego fijó un IVA generalizado de 23% para el consumo, aunque se seguirá cobrando 13% a los servicios de luz y agua, mientras que a las medicinas y libros se les aplicará un IVA de 6%. También se aprobó una reforma al sistema de pensiones, la cual eleva la edad de jubilación a 67 años, desde los 57 años que se requerían en 2009 y congela las pensiones hasta 2021. Estas medidas buscan reducir las presiones presupuestales del gobierno heleno y contribuir con ello a lograr un déficit cero en las cuentas públicas.

La aprobación de estas medidas fue la condición para que Grecia acceda a los apoyos financieros negociados con el resto de los países europeos. De esta forma, se propone otorgar una primera línea de financiamiento a Grecia por 7 mil millones de euros, que servirán para cubrir sus vencimientos de deuda más apremiantes.

El programa que al final aceptó el primer ministro heleno, Alexis Tsipras, es más duro incluso que el que ofrecieron los acreedores a Grecia antes del referéndum. En medio de fuerte protestas, el parlamento griego votó el programa sin el apoyo de algunos miembros de Syriza, el partido del primer ministro, y con la oposición respaldando las reformas impuestas por la Unión Europea.

El caso de Grecia, si bien desafortunado, representa un buen ejemplo para poner en perspectiva la importante tarea que ha cumplido México para contar con un una economía estable con finanzas públicas sanas, a través de implementar políticas económicas responsables.

A finales de la década de 1970 el modelo económico mexicano, basado en el endeudamiento externo, entró en crisis y debieron tomarse medidas muy duras para tener una macroeconomía sana. Gracias a ello, actualmente la inflación en México es de 2.9%, la más baja en los últimos 30 años y se cuenta con reservas internacionales superiores a los 193 mil millones de dólares, las cuales superan al total de la deuda externa pública total.

Contar con un marco económico saludable es un prerrequisito indispensable para que una economía pueda crecer y a nivel mundial la estabilidad macroeconómica es una de las ventajas comparativas de México más reconocidas y que lo posicionan como uno de los países con mayor potencial de crecimiento del siglo XXI.

Director general de Bancomext.

@edelamadrid

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