El reto económico que se avecina para México es uno de los más complejos que hayamos visto en la última década. Pero, curiosamente, la suerte que tenemos es que, de las dos fuentes del problema —China y Estados Unidos— en realidad solamente tenemos que lidiar en serio con nuestro vecino del norte. Para bien o para mal, nuestra conexión económica con China no es tan intensa como la que tienen países como Argentina, Brasil o Japón, donde la desaceleración del gigante asiático está haciendo estragos.

Nuestras autoridades monetarias y hacendarias tienen que concentrarse en las perspectivas de la economía estadounidense. Con una buena estrategia, es realista pensar que México pueda ser uno de los países que salga mejor librado de la crisis que se cierne sobre la economía mundial. La razón principal es que la Reserva Federal viene anunciando un incremento en las tasas de interés, lo cual deberá ocurrir dentro del próximo mes. Esto indica que el banco central de Estados Unidos considera que la economía más grande del mundo ya se encuentra en franca recuperación.

La simple previsión de que la Reserva Federal elevará las tasas de interés ha derivado en que el peso mexicano pierda 20 por ciento de su valor frente al dólar. Pero no estamos solos: el real brasileño se ha devaluado 30 por ciento, mientras que el euro ya se encuentra prácticamente a la par del dólar. Si el anuncio de Washington se materializa, lo más probable es que el dólar se fortalezca aún más a nivel global.

Si la economía norteamericana mantiene sus niveles de crecimiento de empleo y de consumo interno, México tiene una oportunidad singular para exportar a buen ritmo al mercado estadounidense, a precios más competitivos y con ello subsanar parcialmente las pérdidas que registraremos por la baja en la cotización del petróleo y el costo mayor que tendrán los bienes importados. De ahí que una de las claves se encuentre en los incentivos que ofrezca Hacienda al sector exportador de nuestro país en esta etapa. La propuesta del sector empresarial de que se reduzca o de plano se elimine el cobro de impuestos a las nuevas inversiones que hagan las industrias para ampliar y modernizar su planta productiva puede convertirse en una importante inyección de recursos y de promoción del empleo en el plano interno y en una fuente crucial para impulsar las exportaciones hacia Estados Unidos. El gran objetivo es activar los mecanismos para que México se monte en la ola del crecimiento económico norteamericano.

Lo cierto es que hay variables frente a las que México puede hacer muy poco, como es el caso de la cotización del dólar o del barril de petróleo. Pero existe margen de operación, utilizando herramientas e incentivos internos para fortalecer la inversión nacional y las exportaciones, que pueden ayudar a paliar los efectos internacionales.

Es momento de preguntarnos si la controvertida reforma fiscal está a la altura de los retos que se nos presentan desde el exterior. Preguntarnos sin más, si el gasto público, al que apostó el gobierno como motor principal del crecimiento, ha dado los resultados de crecimiento esperados en los últimos dos años y si, en el incierto panorama mundial que se avecina, se considera una receta suficiente y todavía válida. La respuesta evidente es que no.

Internacionalista

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