Los (auténticos) de abajo
Título: La mirada urbana en Mariano Azuela.
Autora: Teresita Quiroz Ávila.
Editorial: UAM.

Mariano Azuela, como a muchos escritores, lo califican por una sola obra, Los de abajo, etiquetada como precursora de la “Novela de la Revolución”, y que hace rato llegó al millón de ejemplares vendidos, para ser uno de los perpetuos best sellers mexicanos. Pero el prestigio de ese libro opaca otras obras suyas, bastante interesantes, como las que escribió a su llegada a la ciudad de México, a donde llegó huyendo de la violencia revolucionaria.

Esas novelas, La malhora, La luciérnaga, Nueva burguesía, El camarada Pantoja, son analizadas exhaustivamente por Teresita Quiroz Ávila, no en el plano literario; eso lo ha hecho Víctor Díaz Arciniega resaltando la incursión de Azuela en técnicas narrativas

Contemporáneas, donde se reflejaban lecturas muy avanzadas, estructuras audaces, y sobre todo una incorporación del lenguaje popular muy anterior a lo que se apuntó como un atrevimiento de la novela de la onda, lo mismo que su temática citadina. Lo que hace Quiroz Ávila es aplicar métodos antropológicos para observar la ciudad de México, sus costumbres, su vida cotidiana, la escasez de vivienda, de trabajo, de higiene, en unos barrios que, desde la época en que se escribieron, han cambiado poco. No se mete, más que en lo elemental, en la vida privada, apenas anota los cambios de domicilio de la familia, de Nonoalco a Santa María la Ribera, y la actividad como médico, combatiendo enfermedades venéreas (ni ella ni otros especialistas aprovechan el capítulo de los cacahuates en El tamaño del infierno, de Arturo Azuela).

Quiroz Ávila compara la visión crítica de Azuela con la optimista de Novo (desapro-vecha la oportunidad de revisar la de las primeras novelas de José Revueltas) y le da la razón al jalisciense, aunque se trata de ámbitos y motivos diferentes; y sí, permanecen (a la fecha) la sordidez, la falta de oportunidades, la mala suerte, la caída en la corrupción, la pérdida de principios, y el ascenso como resultado de la corrupción; más grave aún, la vuelta a la provincia como única oportunidad de redención.

Es brillante el análisis de los barrios pobres, de la miseria, aunque a ratos parece maniqueo y limitado. La edición se completa con planos de la ciudad, con observaciones sobre vivienda, transporte, ingresos, salud. El índice onomástico y la bibliografía son anárquicos, con inconsistencias, cambian títulos de libros citados, repiten entradas y perpetúan erratas.

Mujer en sueño...
Autor: Ludwig Zeller.
Editorial: Almadía.

Una espléndida antología que suple otras dos, ya agotadas, de este poeta chileno, radicado en México, y que asombra por la riqueza de sus imágenes, pero también por lo riguroso de sus versos, que despiertan los sentidos; aunque no hay página mala, sobresalen las dedicadas a la figura femenina; el que da título al volumen hace recordar la delicadeza de versos de Paz y la pasión de Neruda, pero la voz es propia.

Deja en paz al diablo
Autor: John Verdon.
Editorial: Roca.

Pese a estar jubilado y padecer síndrome postraumático, el detective David Gurney acepta asesorar a Kim Corazón, quien realiza un documental sobre El Buen Pastor, un asesino serial. Mientras más estudia el caso, Gurney se convence de que puede resolverlo, e intenta conseguir las respuestas que 10 años antes quedaron pendientes. Un libro que mantiene en suspenso sorprende a lo largo de toda la historia.

La era de la criminalidad
Autor: Federico Campbell.
Editorial: Fondo de Cultura Económica.

Con la minuciosidad de novelista, la curiosidad de investigador y el frenesí de periodista, Campbell analiza las razones del mal en México, busca las raíces, los orígenes, y señala, con la candidez de hombre recto, las paradojas: quienes deben combatir el crimen, lo cometen o lo solapan y hasta lo celebran; llama la atención la cultura y la sabiduría en notas casi policiales; “la sombra de Serrano”, magistral.

Mother, mother
Autor: Horen Zailckas.
Editorial: Suma.

Un juego de puntos de vista en que los hijos de una manipuladora cuentan sus síntomas, de autismo o de drogadicción, y la angustia de saber desaparecida a la hija mayor; no es difícil adivinar que la protagonista es mitómana, que los malestares son inventados o exagerados, que el final es previsible; lo difícil es sobrevivir a una traducción irregular y una corrección defectuosa que esconden una trama muy atractiva.

Google News

Noticias según tus intereses