En México las personas mueren, en promedio, a menor edad que en el resto de los 34 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La expectativa de vida mexicana es de 74 años, mientras que en los demás es de 80. La agrupación internacional brinda dos explicaciones: el incremento de la obesidad y la mala calidad de los servicios públicos de salud en el país.

Apenas ayer este diario publicó un ejemplo de ese inadecuado servicio de salud que provee el Estado. Se trata de un video en el que se muestra a una víctima de un infarto —el entonces director del ISSSTE, Sebastián Lerdo de Tejada— siendo atendido de forma inadecuada por el propio personal del hospital Adolfo López Mateos, el cual pertenece, paradógicamente, al ISSSTE.

La pregunta inevitable que los consumidores de la noticia hicieron fue ¿qué le espera a las personas comunes con la atención en el ISSSTE si el propio titular del instituto no se libró de la mala calidad del servicio?

Antes de la revelación de este material ya se conocían las grandes carencias del sistema de salud público en México. No está de más recordar las imágenes de señoras dando a luz en baños, jardines o pasillos de clínicas públicas ante la ausencia de médicos o enfermeras que las auxiliaran.

La novedad de que una de las víctimas fuera la cabeza del ISSSTE hace que la opinión pública tenga más elementos de juicio para dimensionar la gravedad del problema. ¿Cuánto más ocurre que no se da a conocer nunca?

El usuario es el más afectado. El sistema no sólo es deficiente, sino que alienta la impunidad de los profesionales de la medicina que por negligencia provocan secuelas en sus pacientes. De acuerdo con Miguel Ángel Lezana Fernández, director de Difusión e Investigación de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed), son mínimos los casos en los que se logra una sanción para los responsables de malas prácticas médicas. Por ello preparan una iniciativa de ley para darle más “dientes” a la comisión. Una de las tantas medidas necesarias.

Hay que decir, para ser justos, que los médicos de las instituciones públicas están saturados de trabajo. México tiene una proporción baja de doctores y enfermeras en relación a su población, por lo cual llegan a atender a tantos pacientes que es imposible hacer su trabajo de manera impecable. A ello hay que sumar la insuficiencia de material de trabajo en clínicas y hospitales, lo cual limita su margen de maniobra.

El caso del director del ISSSTE debe servir para reformar el sistema de salud en México. Más inversión y más cobertura serán insuficientes si la calidad no crece a la par.

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