Dos hechos ocurridos con escasos días de diferencia en la Ciudad de México deben encender las alertas en las autoridades capitalinas, ante el riesgo de que grupos criminales busquen replicar en la capital del país prácticas ominosas que han asolado a otras ciudades del país.

A finales de abril, asaltantes ingresaron a la Plaza Meave, un sitio de venta de artículos electrónicos, de computación y telefonía, ubicado en el Centro Histórico, sobre el Eje Central. Robaron en un local, pero antes de huir al menos uno fue abatido.

Días después, a principios de este mes, el Mercado de Sonora, uno de los sitios más populares y emblemáticos para la compra de artículos varios, fue noticia por el asesinato de dos personas en los alrededores del lugar, que resultaron ser sujetos que pretendían asaltar a comerciantes.

Locatarios de ambos lugares refirieron que han sido víctimas de extorsión por grupos delictivos, que les cobran “derecho de piso”.

En entrevistas con comerciantes de la Plaza Meave que pidieron el anonimato, EL UNIVERSAL da cuenta de que la situación no es nueva, y que locatarios han denunciado los hechos ante la delegación, la Secretaría de Seguridad Pública, la Procuraduría capitalina, sin obtener resultados.

Ante el estado de indefensión en que se encuentran, algunos decidieron contratar personal de seguridad. Los delincuentes que murieron en el Mercado de Sonora fueron muertos por elementos pagados por los comerciantes para su defensa.

Uno de los peores escenarios que puede tener una autoridad es cuando sus representados perciben que son ignorados y deciden tomar acciones que nos les corresponden a ellos, sino al gobierno, como las acciones de seguridad.

Llegar a esa situación no ocurre de la noche a la mañana. Las explicaciones posibles no pueden ser muchas: por omisión, incapacidad o incluso una probable colusión de elementos policiacos.

Perder la confianza en la autoridad puede ser el principio de una situación nada agradable para la sociedad en general. En fechas recientes el país ha sido testigo de hechos en los cuales ha quedado demostrado que la ausencia del Estado no puede ser la mejor vía. Desde el surgimiento de grupos de autodefensa, hasta los llamados justicieros, que han asesinado a asaltantes del transporte público.

Que la sociedad haga justicia por mano propia nunca hará a México un mejor país. Por el contrario, nos aleja de la ruta de la legalidad que prevalece en las naciones más avanzadas, cuyo modelo nos hemos propuesto seguir.

La autoridad capitalina tiene que retomar el control y erradicar cualquier indicio de extorsión para evitar que ese ilícito alcance los niveles alarmantes que se han registrado en otras entidades.

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