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La democracia en México se ha mantenido en constante cambio en los últimos 20 años. Algunos cuestionan las recurrentes modificaciones en las leyes y afirman que se está aplicando la técnica de prueba y error. Otros, en cambio, consideran que la adecuación que se hace a la ley de forma periódica —generalmente al final de un proceso electoral— envía señales de que hay una intención de mejorar la normatividad día con día, lo cual es mejor que mantener una ley obsoleta que no sirva a la realidad del país.
Ambas posturas tienen porciones de verdad. La crítica es válida. Y en medio de ellas se encuentra el Instituto Nacional Electoral, parte central de la vida democrática, que se erige como árbitro en los procesos electorales del país.
Esta semana el instituto renovó a tres de sus 11 consejeros. Ya fuera de sus encargos dentro del INE, los ex consejeros exponen algunas de las situaciones que se viven en el interior del organismo y dan propuestas de solución.
En conversación con EL UNIVERSAL elaboran un diagnóstico de los principales retos que tiene enfrente el instituto. Entre ellos, terminar con la prevalencia de una cultura burocrática, que exhibe resistencia a los cambios y prefiere mantener zonas de confort. También la carga que representa para el INE conocer de quejas y denuncias; ese tipo de impugnaciones, plantean, deben recaer en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con lo cual disminuiría la politización en la que se ve envuelto casi de manera rutinaria el INE en cada periodo de comicios. Otro problema que destacan es la práctica común de los candidatos de no reconocer su derrota.
Identificar los problemas del INE desde su interior debe servir como un análisis que deben tomar en cuenta los que continúan en sus encargos y principalmente aquellos que llegan. ¿Por qué no impulsaron los cambios cuando formaban parte del INE? es pregunta obligada. Como parte de su legado, quienes se van dejan planes estratégicos a 10 años y manuales de presupuestación para reducir el costo electoral.
En México la democracia no es un tema terminado y se haría mal en considerarla concluida. No hay que olvidar que en los tiempos recientes la democracia parece ir a la deriva en el mundo, lo que le ha restado adeptos para dar paso a formas autoritarias de gobierno.
Perfeccionar día con día la democracia en México debe servir para transitar a una sociedad más participativa interesada en los temas públicos, que se vuelva parte fundamental en asuntos de gobierno como un contrapeso efectivo.
El INE, actor clave del desarrollo democrático nacional, requiere mantenerse en constante evaluación de su desempeño para cumplir con su responsabilidad. Todas las propuestas deben atenderse.
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