La designación de Jeanette Vizguerra como una de las 100 personas más influyentes del mundo representa el rechazo a la política que ha adoptado el gobierno de Donald Trump y el reconocimiento a la contribución que han hecho millones de personas que llegaron a Estados Unidos en busca de un mejor porvenir.

La sola inclusión, realizada por la revista Time, de una mujer mexicana que desde el pasado 15 de febrero se encuentra refugiada en una iglesia de Denver por el temor a ser deportada, envía una señal a la comunidad migrante —en la cual los mexicanos son mayoría— de que no se encuentran solos en sus acciones de resistencia y de que no será fácil para la actual administración instalada en la Casa Blanca emprender acciones punitivas o de persecución.

Ayer, por ejemplo, el Departamento de Justicia estadounidense envió comunicados oficiales a gobiernos de las ciudades, condados y estados declarados santuario para los inmigrantes indocumentados en los que advierte que de no modificar su postura perderán recursos de partidas federales, pero la respuesta recibida fue en el sentido de la del alcalde Bill de Blasio, de Nueva York, de mantener el apoyo a indocumentados.

Si después de casi 100 días de gobierno Trump no ha emprendido la persecución o deportación masiva que se esperaba, es justamente por el apoyo de gobiernos locales al migrante —el gobernador de California es otro ejemplo— y ahora por los reflectores que una prestigiada revista estadounidense ha puesto en una indocumentada mexicana.

Hoy, en entrevista con EL UNIVERSAL, Vizguerra considera que la atención que está recibiendo el tema de los migrantes debe aprovecharse para que llegue a los destinatarios correctos: los congresistas, con el fin de que tomen acciones en favor de la regularización de indocumentados.

La designación de Vizguerra es importante en estos momentos para romper con el estereotipo que desde el inicio de su campaña Donald Trump busca imponer en los mexicanos: el de criminales y violadores. En eso coincide Vizguerra, quien en la conversación también reflexiona sobre el tema y añade que si alguien es pobre y mexicano no significa que sea tonto o delincuente.

Vizguerra puede convertirse en una fuerza moral que guíe a los indocumentados y en un puente para que otras minorías se sumen al rechazo a la política de Washington. En medio de las acciones amenazantes que no deja de emprender el gobierno estadounidense es esperanzador ver los apoyos que se agregan en EU a la causa migrante.

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