Hace 100 años México concluyó un periodo de demandas de cambios y de enfrentamientos entre distintos grupos armados, con la promulgación de una nueva Constitución. Ese conjunto de artículos ha servido para marcar hasta la actualidad una ruta hacia el desarrollo del país y su población.

Debido a las numerosas reformas que se le han hecho, se ha dicho que el texto actual es prácticamente uno distinto al que nació aquel 5 de febrero de 1917. Esto no tiene por qué significar de entrada una desaprobación al documento que vio la luz hace un siglo o que el actual texto sea una desvirtuación de los conceptos originales. Como nación en constante transformación, los cambios al texto constitucional no son otra cosa que obligadas adecuaciones para enriquecer la vida política, democrática y de respeto a los derechos en el país. En el caso de la Constitución, la rigidez representaría una camisa de fuerza a la modernización requerida.

Al conmemorarse el Centenario de la Constitución, ayer en Querétaro, se destacó la forma en que los Constituyentes hicieron a un lado sus diferencias para dar prioridad al bienestar colectivo. La ceremonia misma sirvió para refrendar la unidad que debe dominar en la vida pública, a pesar de las diferencias ideológicas que puedan existir. Estuvieron reunidos los distintos poderes de la nación y representantes de diversas fuerzas políticas.

El encuentro diverso para honrar la ley fundamental habla de la viabilidad que tenemos como nación; sin embargo el consenso que se dio hacia los preceptos constitucionales no implica que no haya temas que puedan ser mejorados o que no existan situaciones que urjan corregir.

Este diario publicó la semana pasada una encuesta del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, que muestra el desconocimiento de la mayoría de la población sobre la Constitución. Ese es uno de los puntos de urgente atención: la necesaria socializacion del texto que rige a este país.

La ciudadanía debe tener siempre presente, por ejemplo, que en el artículo 1o. se enuncia lo relativo a las garantías fundamentales: los deberes de las autoridades y los derechos de la población. Como ese, hay muchos temas que deben ser prioridad en el conocimiento mínimo de cada mexicano.

Hay que aspirar a que en el país las leyes siempre dominen, pero más importante que tenerlas debe ser cumplirlas. La percepción ciudadana es que la ley no se aplica.

Bajo el manto de la Constitución se dirimen las controversias y se agrupa una nación plural; marca el rumbo y nos define como país. No hay otra opción que acatarla y conocerla.

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