Luego del arduo trabajo de muchos actores políticos, a partir de hoy 5 de febrero, fecha en que celebramos el Centenario de la Constitución de 1917, la Ciudad de México en su calidad de una entidad más de la República, cuenta ya con una Constitución Política propia, misma que este domingo es publicada por el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, luego de haber sido aprobada por la Asamblea Constituyente el martes pasado.

Lograda tras decenas de horas de deliberación y en un ambiente de reconocida pluralidad ideológica y apertura a las propuestas de todos los representantes políticos —incluida la propia sociedad civil— la Constitución capitalina viene a instaurar un nuevo ordenamiento jurídico que, a decir de especialistas, se caracteriza principalmente por sus propuestas progresistas en cuanto a derechos, mecanismos de democracia directa y otros temas innovadores.

En palabras de Porfirio Muñoz Ledo, comisionado para la reforma política de la Ciudad de México y actor principal en las discusiones de la nueva Carta Magna, con lo alcanzado en el Constituyente de la capital “hemos dado un mensaje trascendente para México en tiempos particularmente aciagos. Probamos, frente al escepticismo y en la víspera del Centenario de la Constitución de la República, que es posible alcanzar acuerdos y consensos para transformar el orden jurídico del país y rescatarlo de la desesperanza”.

Entre las garantías de avanzada que se otorgan en esta carta de derechos está un bloque de derechos como el matrimonio igualitario y los derechos sexuales y reproductivos, así como la inclusión de los derechos a una muerte digna y al uso medicinal de la marihuana —innovadores, según especialistas, no sólo en el Derecho comparado mexicano, sino también internacional—. Destaca el reconocimiento de la autonomía de la capital, además de elementos como la revocación de mandato, el referéndum y el hecho de que la compra del voto, así como la violencia política de género, sean causas de nulidad de elecciones.

Sin embargo, los expertos también critican ciertos aspectos del documento, como que pueda resultar farragoso y tenga problemas de redacción en técnica legislativa, y que esté cargado de aspiraciones que tal vez sea muy difícil cumplir, sobre todo por la cuestión presupuestal. Afirman asimismo que la rapidez con que fue elaborado podría repercutir negativamente en la solidez jurídica y claridad del documento.

Pese a todo lo anterior, la consecución de una Constitución propia para la Ciudad de México indudablemente supone un avance socio-político gigantesco. No obstante, ahora se debe vigilar que ésta no se quede en buenas intenciones, sino que su espíritu vanguardista se logre aterrizar fielmente en las leyes secundarias, y a su debido tiempo pueda aplicarse a cabalidad. ¡Enhorabuena!

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