México es un país que vende más de 400 mil millones de dólares al mundo cada año. Aunque tiene tratados comerciales con más de 40 naciones, 70% de su intercambio lo realiza con Estados Unidos.

¿Cómo proceder cuando su principal mercado atraviesa por crisis económicas como la registrada en 2008-2009 o cuando, como ahora, su socio parece convertirse en enemigo? Los expertos recomiendan voltear al mercado interno, esos millones de mexicanos con capacidad de compra quizá no muy elevada, pero que de cualquier forma consumen todos los días.

México realiza importaciones anuales por alrededor de 400 mil millones de dólares. ¿Qué pasaría si esa cantidad disminuyera en 100 mil millones de dólares —por decir una cifra— debido a que los mexicanos decidieron adquirir ropa nacional, calzado nacional, fruta y carne nacionales —por mencionar algunos artículos— en lugar de los mismos productos procedentes de otros países?

¿Qué tendría que cambiar para que eso sucediera?

Las empresas estarían obligadas a alcanzar mayor competitividad y productividad. Por parte del gobierno, generar condiciones de competencia, de seguridad y de incentivos para la apertura de empresas, así como impulsar mejoras salariales para los trabajadores que reciben el sueldo mínimo.

En los indicadores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional sobre condiciones para la creación de negocios y en los que clasifican a los países más competitivos, México se encuentra estancado y en algunos aspectos en retroceso.

Esos reportes deben tomarse como guía para registrar avances o caídas. Si las medidas anunciadas ayer por el gobierno federal para apuntalar la competitividad económica del país van en el sentido correcto, deberán reflejarse en esos documentos.

Una de las medidas que se dieron a conocer es el regreso del sello Hecho en México, utilizado hace décadas para promover el producto de consumos nacionales. Con la llegada del libre comercio dicho sello prácticamente desapareció, como si con la apertura de las fronteras comerciales no fuera necesario la promoción interna de artículos mexicanos.

Alentar el consumo de mercancías nacionales nunca debió marginarse de la política económica; por el contrario, debe ser uno de los puntos centrales. Países que apoyan el libre comercio, baste el ejemplo de Alemania, incluso fomentan el consumo de productos locales y sus poblaciones las prefieren por su calidad.

En momentos en los que el mundo parece retomar acciones proteccionistas, los productos nacionales deben destacar en los mercados globales por sus cualidades, aunque para ello deberán encontrar aquí las condiciones óptimas de desarrollo. Como consecuencia, de manera natural, el consumidor local comprobará que lo hecho en México está bien hecho.

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