Hay un tipo de droga que se está volviendo popular entre los jóvenes de 14 a 26 años y está pasando desapercibido por las autoridades, pues se comercializa como aromatizantes o inciensos. Son las llamadas drogas de diseño, o sintéticas, cuya venta se da principalmente en sitios de internet.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones de 2011, 2.1% de los estudiantes de secundaria y bachillerato (unos 219 mil alumnos) había consumido ese tipo de drogas. La cifra crece a 17.2% (Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes) cuando se pregunta si se ha consumido algún tipo de droga en general.

La penetración de las drogas de diseño es baja en comparación con otras sustancias, pero es uno de los nuevos productos que los traficantes tratan de introducir entre la población más joven.

El país se encuentra a tiempo de tomar acciones para prevenir la expansión de ese tipo de sustancias también conocidas como “drogas de fiesta”. En secundaria y bachillerato todos los jóvenes conocen de las drogas más comunes como mariguana o cocaína, pero es poca la información de esas pastillas de colores que parecen inofensivas y que “sólo” producen euforia, empatía hacia otros y distorsión de la realidad.

Las también conocidas como tachas están ocasionando que disminuya la edad de consumo y aumentando el riesgo de que en los próximos años los ahora adolescentes busquen drogas más poderosas.

Además de campañas de prevención se requiere no descuidar el entorno social y familiar de los jóvenes. Con frecuencia las drogas no son más que una evasión de los problemas que enfrentan en casa o de desórdenes emocionales o psicológicos. La atención a tiempo puede ser la mejor arma para evitar la adicción, pero para eso es necesario involucrar a la escuela y a la familia, y dar más recursos a campañas de orientación. Datos de la Conadic señalan que el país gasta un dólar a acciones en prevención, mientras destina entre 18 y 20 dólares para el combate a las drogas.

Cuando México asegure a su población de entre 14 y 26 años de edad acceso a la educación, a opciones de esparcimiento deportivo y artístico, así como a servicios de salud o de capacitación (para aquellos que se han integrado al mundo laboral), podrá comenzar a ver una sociedad alejada de las drogas. La mejor inversión son los jóvenes, no hay que escatimar en ellos.

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