La violencia en el país no ha afectado por igual a todas las regiones. Hay zonas en las que los índices son elevados y la vida ha sido trastocada por los grupos delictivos, a tal grado que es impensable estar fuera de casa después de cierta hora por la noche o emprender nuevos negocios ante la amenaza de ser extorsionado para comprar protección.

Aunque actualmente el noreste del país ha mejorado en cuestión de seguridad, la violencia ha golpeado años atrás de manera singular a Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas. Hoy no ocupan los primeros sitios de los estados con mayores casos de homicidios dolosos, pero los crímenes registrados en las tres entidades, de enero a noviembre de 2016, representan poco más de 8% del total de homicidios que se presentaron en el país, de acuerdo con los datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública. En cuanto a secuestro, la región concentra más de 21% de las denuncias presentadas en igual periodo.

EL UNIVERSAL publica este martes que en estas entidades se ha registrado un aumento en las cifras de adeptos a diferentes iglesias, lo que es reflejo, según expertos, de la sensación de vulnerabilidad que domina entre la comunidad y la cercanía con casos de muerte. Líderes religiosos han documentado el acercamiento de numerosos elementos de corporaciones policiacas.

La vulnerabilidad no puede tener otro origen que la diaria percepción ciudadana de que los esfuerzos de combate al delito no rinden frutos.

El año que recién concluyó se inscribirá como uno de los más violentos del sexenio. En dos terceras partes de los estados las cifras de homicidio doloso de enero a noviembre son mayores que las registradas en 2015.

Mientras las cifras se disparan, la gran mayoría de las corporaciones policiacas estatales sigue sin procesos de transformación o de control de confianza que las pueda blindar ante la infiltración de elementos del crimen organizado. La falta de capacitación y de equipo moderno es otro tema pendiente.

El aumento de adeptos entre los distintos credos es un indicador de la necesidad humana de protección ante un peligro inminente, especialmente si se desempeña un oficio o profesión de riesgo. Sin embargo, es indicador adicional de que la confianza en las instituciones encargadas de garantizar la seguridad está minada.

Para este 2017 uno de los desafíos a nivel estados y federal debe ser contar con mejores elementos para enfrentar la delincuencia. El Ejército ya no debe ser la primera opción para enfrentar situaciones extremas, y así lo ha planteado el secretario de la Defensa. Un trabajo serio, programado, acompañado por la supervisión de organizaciones ciudadanas y que arroje resultados calendarizados debe ser la opción, en lugar de buscar soluciones sólo mediante la fe.

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