Se ha cumplido una semana de la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos y en ese breve lapso hemos presenciado la materialización de varias de sus amenazas hacia México, y confirmado su intención de concretar las aún pendientes.

Sobre el muro fronterizo, en términos legales y burocráticos su construcción está en proceso. Muy probablemente la propia inviabilidad del proyecto obligará a su cancelación; en todo caso, estrictamente el gobierno de EU es libre de edificarlo, si es su deseo, pero nuestro gobierno debe mantenerse firme en que de ninguna forma lo pagaremos los mexicanos. Eso no debe estar a discusión.

Sin embargo, con respecto al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) —bandera de Trump junto con el TTP en contra del libre comercio—, a negociarse en las próximas semanas, nuestro país enfrentará el enorme reto de salir avante en la defensa de los intereses económicos de México.

En este sentido, nuestros negociadores ante EU deberán tener el aplomo de decir no en todo aquello que deje en desventaja al conjunto de nuestra economía nacional: a nuestros empresarios, productores, comerciantes, prestadores de servicios, transportistas y consumidores; ésto bajo una defensa férrea de nuestros principios nacionales en pro del libre comercio y, por qué no, encabezando quizás también una ofensiva global en su defensa.

Para ello México hoy tiene la mesa puesta, ya que, como afirma el ex canciller mexicano y rector de la Universidad de las Américas, Puebla, Luis Ernesto Derbez, ante la insolencia de Trump, algo cambió en nuestro país cuando el presidente Peña, por cancelar su visita a Washington, recibió el respaldo de la sociedad. Las reacciones externas también fueron de aplauso, sorprendiendo a Trump el consenso internacional que provocó la cancelación de la gira y el amplio rechazo a su actitud hacia México.

Así que, tomando en cuenta el consenso social y habiendo aprendido la lección que nos deja la crisis diplomática vivida con EU, y a pesar del comprensible temor que pudiera despertar en la clase empresarial mexicana y en la sociedad toda, debemos seguir por la ruta de la firmeza y decir no a la renegociación del TLCAN, a menos que Trump renuncie públicamente a sus exigencias proteccionistas. Con ello veríamos qué tanto margen de maniobra tiene el mandatario en las esferas de poder estadounidenses.

Lo que viene ahora para México será sumamente complejo en términos de capacidad de cabildeo con todos los sectores de EU, no solo con su gobierno federal, y una prueba de resistencia para nuestra economía, que recibirá fuertes embates por una previsible mayor depreciación del peso, entre otros factores. Ante ésto, sólo la combinación precisa de diplomacia, información, cálculo, aplomo y auténtico patriotismo podrá sacarnos adelante en este momento que sin duda significará un parteaguas en la historia.

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