Hoy EL UNIVERSAL publica en su primera plana una imagen que muestra la crudeza de lo ocurrido ayer en Tultepec, Estado de México. Las secuelas en la piel de personas heridas, marcas que llevarán de por vida, deberían ser un permanente recordatorio para todos de que el manejo descuidado de la pirotecnia no es para tomar a la ligera. Se ha menospreciado cada tragedia previa, eso es un hecho, justamente porque ayer ocurrió una de las peores.

La fascinación histórica de nuestro país por los juegos pirotécnicos ha provocado, entre otras cosas, una larga serie de accidentes con saldos terribles. El Mercado de San Pablito, el más grande de fuegos artificiales en nuestro país, registró ayer una serie de explosiones con saldo de 29 personas muertas, 72 heridos y decenas de desaparecidos.

Se trata del tercer evento similar visto a lo largo de 2016 y el de mayor número de pérdidas humanas del siglo XXI en México. En la última década se han registrado por lo menos siete accidentes de gran calado. En la memoria permanecen los ocurridos en Tultepec en 2005, 2006, 2007, 2012 y 2015, al igual que el de enero de 2003 en Veracruz, que vio morir a 28 personas.

La Ley de Armas de Fuego y Explosivos, en el artículo 60 de su Reglamento, autoriza a particulares la compra de artificios pirotécnicos de hasta por 10 kilogramos sin permiso expreso de las autoridades. Para ello, los productores deben pasar por procesos legales ante la Secretaría de la Defensa Nacional para obtener sus credenciales de venta.

No obstante, esta tragedia coloca en el centro del debate cuestiones básicas. Si los 300 locales de venta de juegos pirotécnicos que componen el Mercado de San Pablito tenían los permisos correspondientes y las medidas de seguridad apropiadas, las autoridades tendrán que verificar si hubo corrupción o negligencia. ¿O las prohibiciones actuales son insuficientes?

En Tultitlán, particularmente en el Mercado de San Pablito, se produce y distribuye la mayor parte de la pirotecnia que se consume en México. Sin embargo, en el Plan de Desarrollo Municipal de Tultepec 2016-2018, las autoridades locales establecieron como una debilidad la falta de personal para cubrir las necesidades de una población expuesta a explosivos.

El consumo de juegos pirotécnicos es amplio en México. Aunque hay entidades del país que los prohíben, la realidad es que su uso es todavía extendido en la geografía nacional. Son materia básica de fiestas patronales y en celebraciones anuales.

Lo de ayer en Tultepec incita la pregunta de si las tradiciones y la libertad en el uso de explosivos son razón suficiente para seguir permitiendo (o simulando que se prohíbe) el consumo indiscriminado de pirotecnia.

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