La llegada del nuevo secretario de Hacienda, José Antonio Meade, vino casi aparejada con el anuncio de un nuevo recorte al gasto público, esta vez para el presupuesto que en próximas fechas aprobará el Congreso para el año 2017. No son buenas noticias sin duda.

Tampoco es una decisión caprichosa o una ocurrencia. El gobierno se quita recursos porque no será capaz de generar suficientes ingresos para el próximo año y porque en periodos más recientes se ha recurrido al déficit y a deuda para poder pagar las cuentas, cuando había la esperanza de que las reformas estructurales generarían riqueza en el corto plazo.

El mayor sacrificio se va a hacer en Petróleos Mexicanos (Pemex), con 100 mil millones de pesos, seguido del gobierno federal, en los rubros de Educación, Comunicaciones y Transportes, y Salud. En total, el propósito es un ahorro de 239 mil 700 millones de pesos.

Pero, ¿qué tan importante es el recorte si el secretario de Hacienda Meade asegura que éste no se realizará en zonas sensibles como programas sociales o infraestructura? Aun si los únicos afectados son las oficinas de gobierno, debe considerarse el efecto que esa falta de recursos tiene en el entorno.

El presupuesto de México durante este 2016 es de 4.7 billones de pesos. Es un número difícil de dimensionar. La forma más sencilla de comprenderlo es dividir ese dinero entre el total de mexicanos. Nos tocaría de a 39 mil pesos por persona.

En realidad ese dinero no llega proporcionalmente a todos, ni siquiera en forma de servicios públicos, como debería ser; de cualquier manera, sacar de la administración publica recursos, incluso si se destinan sólo en burocracia, lleva inevitablemente a ausencia de dinero circulante en la economía. Las instituciones y los burócratas también compran productos y adquieren servicios.

No basta, por tanto, con apretar el cinturón del gobierno para tener finanzas públicas sanas, y los millones que dejan de circular en la economía habría que buscar compensarlos de formas alternativas, como con el apoyo a pequeñas empresas.

El anuncio del recorte tendría que dar pie a un presupuesto 2017 con ese componente de inteligencia que en años pasados no se ha dado a conocer.

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