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La variación del tipo de cambio que se dio esta semana, cuando el dólar se vendió en más de 20 pesos, está muy lejos de aquellas épocas en las que la cotización estaba controlada y los “ajustes” desataban una cadena de alzas en productos y por lo tanto inflación. Actualmente el país cuenta con una paridad flexible que ha permitido que en ocasiones se den alzas en el costo de la divisa y semanas o meses después haya un descenso. Esta vez poco analistas vaticinan una baja notoria en la paridad.
Ante el panorama, los sectores industriales están previendo ajustar sus precios, es decir, trasladarán al consumidor la afectación que les haya generado el alza que ha mostrado la divisa estadounidense.
El miércoles, la Confederación de Cámaras Industriales anticipó que productos electrónicos, autopartes, textiles y focos ahorradores son los más susceptibles de incrementar sus precios. El sector dio un dato puntual: la depreciación acumulada en 24 meses es de 33%, lo que hace insostenible para muchas empresas mantener sus costos.
Quienes ayer dieron ya por hecho un aumento en sus productos fueron los integrantes del sector farmacéutico y anunciaron incrementos en medicinas a partir de noviembre. Los que tendrán mayor afectación serán los productos para atender la hipertensión y la diabetes. El alza acumulada en medicamentos para 2016 alcanzaría hasta 35%. El incremento del dólar comienza a presionar a la economía mexicana por medio de lo que parece un inminente aumento de la inflación.
La mayoría de las empresas elevan el precio de sus productos para evitar despidos o cierres y mantenerse en el mercado; prácticamente no tienen otra opción. Lo grave es lo que reconocieron los empresarios: muchas compañías han podido evitar los aumentos, pero es en la parte comercial donde de manera arbitraria se dan los ajustes al alza. La intervención de la Procuraduría Federal del Consumidor se hace necesaria para evitar abusos.
Aunque uno de los factores dejó de pesar en la cotización —la Reserva Federal de Estados Unidos mantuvo sus tasas sin cambio— la autoridad debe implementar una estrategia de contingencia para evitar que los bolsillos de los menos favorecidos se vean afectados. De ser necesario, Banxico y la Secretaría de Hacienda deben poner en marcha acciones para estabilizar el tipo de cambio.
La situación actual debe servir para recordar que el manejo responsable de la economía siempre será un blindaje ante eventos no previstos que pueden dañar la estabilidad de un país. Los riesgos aún no han terminado, lo que hace aún más obligado que cualquier decisión se tome a tiempo y con rigor para evitar sobresaltos.
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