Coneval e Inegi están debatiendo de manera pública sus diferencias respecto a la forma de medir la pobreza. Las discrepancias no deben asustar a nadie. La discusión y señalamientos precisos que el Consejo hace al Instituto por el cambio en la metodología de las encuestas ayudarán a comprender mejor el tema.

Hace unos días el Inegi informó que modificó algunos criterios en el levantamiento y verificación en la información de campo respecto al ingreso que se da en los hogares mexicanos, como parte de la encuesta Módulo de Condiciones Socioeconómicas 2015. Con los resultados, se obtuvo que el ingreso de los sectores menos favorecidos había aumentado y por lo tanto había una disminución en el índice de pobreza. El Inegi puntualizó que los nuevos datos no eran comparables con los que se habían obtenido años atrás.

El Coneval tenía previsto presentar este martes la actualización de los niveles de pobreza en el país, pero anunció que debido a que no hay condiciones para comparar los datos con los de años anteriores postergaba el anuncio.

Por supuesto que las cifras del Inegi causaron recelo, pues el ingreso de los que menos tienen aumentó 33.7% en 14 meses, con lo cual el número de pobres disminuye 9.5% en comparación con 2014. Si esos registros se hubieran dado en un contexto de un incremento en el ingreso pér cápita, de aumentos al salario mínimo o de una mejora en las tasas de empleo, no habrían causado desconfianza.

Pero en materia de PIB per cápita, en los primeros tres meses de 2016 se ubicó en 8 mil 339 dólares, su nivel más bajo desde el tercer trimestre de 2009, y en cuestión de empleo, lo que ha prevalecido en los últimos años es la precarización del mismo, con ocupaciones que carecen de seguridad social.

La solución que se ha alcanzado hasta ahora es plausible. Ambas instancias conformarán un grupo técnico, al que se sumará la Comisión Económica para América Latina que, de entrada, considera acertado que una institución realice la encuesta y otra haga la medición.

Si las modificaciones que el primero hizo al levantamiento de datos se hicieron con la mejor de las intenciones debe predominar en todo caso la transparencia, como pide el Consejo. Al final, en este diferendo, debe prevalecer sin asomo de duda la autonomía de Inegi y Coneval.

Sin embargo, lo más importante que ambas instancias deben defender es evitar presiones políticas que pueden empujar a presentar un rostro del país nada acorde con la realidad. Inegi y Coneval están para dar luz hacia el camino que México debe recorrer para superar sus problemas, no para hacerlo opaco.

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