El desarrollo en México ha sido desigual en las últimas décadas. Hay una región próspera y llena de fábricas e industria, pero hay otra rezagada en la cual son más acentuadas las desigualdades sociales.

El crecimiento de la economía poco ha contribuido a emparejar la situación. En lo que va del siglo el avance promedio anual del Producto Interno Bruto ha sido apenas superior a 2% de acuerdo con datos oficiales. Para este 2016 la autoridad hacendaria estimó entre 2.6% y 3.6% el crecimiento económico. Sin embargo, ante el complicado entorno mundial, organismos internacionales están reduciendo ya expectativas de crecimiento.

El viernes, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) disminuyó a 2.3% (desde 2.6% que había vaticinado en diciembre) el pronóstico de crecimiento para México. Ayer el Fondo Monetario Internacional se sumó a la tendencia y recortó la previsión de crecimiento de México para 2016; en enero lo había situado en 2.6% pero ahora lo ubicó en 2.4% “debido al impacto de factores externos como la caída del precio del petróleo y un debilitamiento del sector industrial estadounidense”.

La aprobación de reformas en los primeros meses del sexenio auguraba crecimientos de 5% hacia 2015 y 2016. Las cosas no han salido como se esperaban, en parte por un adverso entorno internacional en el que el desplome de precios petroleros ha obligado a recortar el gasto y ha puesto a Petróleos Mexicanos en una difícil situación económica. Esperar a que el escenario internacional se modifique no debe ser la apuesta. Decisiones del gobierno federal deben coadyuvar al impulso económico. El reporte del FMI esboza una solución: hacer más eficiente el gasto del sector público y ampliar la base de recaudación. En la administración pública las medidas de austeridad deben ir a fondo y reflejarse en un recorte a los privilegios de los que goza la alta burocracia. En materia tributaria, el combate a la evasión debe ser constante para obtener resultados.

Los ahorros que se alcancen y el correcto ejercicio de recursos deberían canalizarse a la creación de empleos, factor fundamental para comenzar a disminuir la brecha que separa a las zonas atrasadas de aquellas que muestran desarrollo.

Destacar que el país crecerá a pesar de que en otras regiones hay contracción, tampoco ayudará. Si se trata de comparar, que se haga con aquellas naciones donde el ritmo de crecimiento es mayor a 6% anual. Las acciones son las que deben dar resultados. La percepción que las personas sientan en su bolsillo será el principal indicador de que pese al complejo entorno el manejo económico se está haciendo de manera acertada.

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