Desde los tiempos de la “certificación”, cuando Estados Unidos evaluaba qué tan bien se portaba México en el combate contra el narcotráfico, este país interiorizó la política prohibicionista inventada por Richard Nixon a principios de los años 70. Hoy la mayoría de los mexicanos se opone a su legalización, de acuerdo con las encuestas.

Sin embargo, el mundo Occidental está avanzando en una dirección que el resto de los países, México incluido, no pueden ignorar. Tal contexto y el debate que personalidades y grupos civiles han promovido en los años recientes, a contracorriente de la resistencia conservadora, han logrado cambiar poco a poco las posturas oficiales. Ayer tocó el turno a la Secretaría de Relaciones Exteriores.

El subsecretario de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Miguel Ruiz Cabañas, dijo que México llegará con una nueva posición a la reunión del 19 de abril próximo en Naciones Unidas, donde todos los países miembros discutirán sobre las políticas que aplican en relación al consumo y trasiego de drogas.

La nueva aproximación del gobierno mexicano, dijo, pondrá “énfasis en la persona humana, en concebir el problema de las drogas como un asunto de salud pública”. El funcionario añadió: “Hay muchos países que consideran que el enfoque punitivo debe seguir siendo el más importante para combatir el narcotráfico (...) No es suficiente, tenemos que tener políticas más integrales, más equilibradas”.

¿Significa lo anterior que el gobierno federal ha aceptado por fin la legalización de la marihuana en México? No. Pero al menos es un acercamiento a la posición que defienden los especialistas que pugnan por la despenalización. Si el problema de las drogas es de salud, no criminal, entonces el siguiente paso tendría que ser permitir el uso medicinal de algunas sustancias.

Estados Unidos, el pionero prohibicionista, es uno de los que está cambiando el paradigma de manera más acelerada. En los cuatro estados de la Unión Americana donde ya es legal el consumo recreativo de la mariguana, la regulación de la venta ha aumentado la recaudación de impuestos; el crimen ha disminuido debido a la baja en el mercado clandestino, y las corporaciones policiacas han ahorrado millones de dólares en dejar de perseguir delitos vinculados al consumo.

De la yerba que se vende en Estados Unidos se estima que 40 por ciento proviene de México. El mismo producto generador de recursos y empleos allá, aquí es fuente de violencia.

Por la resistencia que ha habido al debate sobre este tema, pasarán varios años antes de que la legalización llegue a México. Aun así, comienzan los pasos en esa dirección.

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