Decidirse a abrir una empresa no es tarea fácil en México. Los datos del estudio global Doing Business 2016 para la economía nacional muestran que el país se ubica en el lugar 65, dos más abajo que el año pasado. Uno de los principales obstáculos es el proceso burocrático que requiere.

El equilibrio es importante. Tampoco se puede dar completa libertad a las personas de hacer lo que plazcan cuando entre los interesados hay cárteles buscando la oportunidad de convertir dólares, producto del secuestro o la extensión, en depósitos bancarios más fáciles de transferir y gastar que el efectivo.

En febrero se prevé que el Congreso avale un cambio en la legislación para que las empresas puedan inscribirse ante el registro Público de Comercio y ante Hacienda sin necesidad de un fedatario. El nuevo modelo, llamado Sociedades por Acciones Simplificada (SAS) facilitaría la creación de pequeñas y medianas empresas, las cuales hasta ahora tienen que invertir muchos de sus recursos en requerimientos burocráticos que las alejan de la formalidad.

Los gobiernos y los legisladores tendrán que tomar en cuenta, sin embargo, que la reforma a la ley de sociedades mercantiles podría también facilitar el ingreso de recursos de procedencia ilícita al sistema financiero.

El lavado de dinero es un delito muy difícil de probar y dado que el sistema judicial debe actuar con base en certezas y no en suposiciones, nunca es suficiente con hallar la discrepancia entre los niveles de ingreso de un negocio y los gastos que realizan las personas encargadas de éste. Es por esa razón que incluso en sociedades avanzadas pueden pasar años antes de que se castigue un caso de gran cuantía.

Aún así, México no puede presumir de tener los mejores controles. Hasta ahora ninguna compañía de mediano o gran tamaño ha sido sancionada por autoridades nacionales pese a que han sido halladas culpables de blanqueo en Estados Unidos. Si en algo ha dado frutos la legislación que en últimos años fue aprobada en la materia, no se nota.

Las medidas para facilitar la creación de empresas, siempre generadoras de empleo, deben continuar y ser ambiciosas. Al mismo tiempo hay que tener la certeza de que por otras vías se refuerza también la vigilancia sobre los sectores vulnerables de recibir dinero sucio. Una cosa no está peleada con la otra.

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