Dos realidades contrapuestas enfrentan Petróleos Mexicanos y el país. Por un lado acumula privilegios laborales conseguidos luego de décadas de manejo político de la empresa que ahora, con la reforma energética vigente, le estorban para maniobrar. Por otro lado, la compañía sigue siendo una mina de oro que, bajo un principio de justicia social, otorgaba a sus trabajadores los beneficios que les correspondían pese a la explotación de una riqueza que benefició más a políticos y líderes sindicales.

¿Es imposible dentro de una empresa hacer congeniar la productividad y la innovación con beneficios altos para los trabajadores? La respuesta a esa pregunta parece ser afirmativa a juzgar por las acciones de la petrolera.

En este inicio de 2016 Pemex recortará más de 70 mil millones de pesos, lo cual incluye el despido de 13 mil trabajadores. Eso es por ahora. La compañía anunció el año pasado un corte de 62 mil millones de pesos, pero terminó quitando en total 234 mil 984 millones de pesos, casi cuatro veces más.

Por eso, aunque funcionarios de Petróleos Mexicanos consultados por este diario dicen que la mayoría de los 13 mil empleados alcanzaron la edad de jubilación —o se acogerán al retiro anticipado, dicen— tal vez ese sea sólo parte del anuncio inicial. Así como hubo el año pasado un recorte anunciado y, después, uno real no difundido, de la misma forma habría que tomar las cifras finales con reserva.

Los movimientos son comprensibles. Los precios del petróleo siguen cayendo y Pemex tiene la presión ahora de que en poco tiempo competirá con compañías privadas en calidad y precios. Pero la secrecía con la que se están operando los cambios hace dudar sobre la pertinencia de los mismos.

De acuerdo con las fuentes consultadas por el periódico, el mayor recorte al gasto de este año recaería en exploración y producción, división considerada columna vertebral de la empresa, pues ahí se generan el crudo de exportación que demanda el mercado externo. En caso de ser cierta la interpretación anterior, ¿cuál es la estrategia para hacer a Pemex una compañía eficiente capaz no sólo de competir con empresas extranjeras dentro de México, sino en el exterior? Ese fue uno de los puntos que se ofreció con la aprobación de la reforma energética.

Expertos han dicho desde hace años que si Pemex ha de sobrevivir a un mundo globalizado hace falta tomar medidas duras, como la reducción del costo de producir cada barril; eso incluye costos laborales, desde luego. Ninguna duda hasta ahí. Sin embargo, los varios recortes no han sido acompañados de explicaciones sobre cómo se salvará a la compañía. Esa era la intención, ¿o no?

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