Nadie en México tiene derecho a prohibir a una persona el uso de una sustancia con fines lúdicos cuando no hay pruebas que indiquen que dicha prohibición logra alguna protección para la sociedad. A grandes rasgos, eso es lo que decidió ayer la Primera Sala de la Suprema Corte cuando decidió un juicio de amparo solicitado por una organización civil que argumentaba su derecho a producir marihuana para consumo personal de cuatro personas.

Queda así respaldado uno de los principales argumentos de los defensores de la despenalización de la marihuana; que el consumo de dicha sustancia no tiene como consecuencia segura la violencia o la adicción de quienes la consumen. ¿En exceso sí? La respuesta inmediata es: ¿qué producto no hace daño cuando se toma en demasía? El alcohol y el tabaco son los mejores ejemplos.

Este fallo, sin embargo, no es una carta en blanco para cualquiera que desee comenzar a producir y consumir marihuana. Es apenas un beneficio otorgado a los solicitantes de este amparo específico que, de ser replicado en otros criterios judiciales, podría extenderse. Pero sólo será un derecho general en el momento en que los legisladores, a propuesta quizá del Ejecutivo, permitan el cultivo y consumo en la ley.

En ese sentido, debe entenderse el fallo de la Primera Sala de la Corte por lo que es: apenas un primer paso, un llamado al gobierno federal y a los legisladores.

Hay una tendencia internacional hacia ese camino. En Estados Unidos el uso recreativo es legal en la capital estadounidense y en cuatro estados (Colorado, Alaska, Arizona y Washington) y para 2016 se prevé que se sumen varios más luego de que nueve entidades —la fronteriza California entre ellas— sometan a votación la legalización de la marihuana. Cuando eso ocurra habrá una evidente contradicción entre la permisividad en un lado de la frontera y la prohibición en otro.

¿Qué sucederá cuando en California se venda legalmente la marihuana e incluso haya recaudación de impuestos por su consumo? Un fenómeno que ya se ha observado en las calles de México es que el producto no vendido en Estados Unidos se queda para su venta, ilegal, controlada por los cárteles, en el sur. ¿Puede el gobierno mexicano mantener sin cambio la política antidrogas cuando el principal promotor de ésta recula cada vez más?

Todavía no es posible decir que la marihuana es legal en México. Afortunadamente, el por muchos años postergado debate ya dio un resultado práctico. Sea cual sea la opción legislativa que al final prevalezca, la discusión ya enriqueció la eventual decisión. Lo peor sería negarse al cambio y asumir que el mundo habrá de quedarse igual.

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