Maestros en Guerrero marcharon la semana pasada para exigir a las autoridades protegerlos contra la amenaza de que el crimen organizado les quite sus aguinaldos. Una realidad que nada tiene que ver con la reforma educativa que se ha aplicado en el país. Sin embargo, vale tenerlo en consideración como ejemplo de un llamado que correctamente hace la OCDE: la necesidad de acompañar los cambios educativos con otras reformas que en su conjunto garanticen un ambiente propicio para instruir a las nuevas generaciones.

México tiene las condiciones para ser una potencia emergente. Analistas internacionales lo han dicho en muchas ocasiones. El país combina la riqueza de un amplio territorio con una población joven capaz de producir bienes de cada vez mayor valor. El problema es que estamos sentados sobre una mina de oro sin poder todavía explotarla como debería. El total de jóvenes entre 20 y 24 años que no estudian ni trabajan aumentó de 22% en 2012 a 25% este año, de acuerdo con un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Hay factores como la deserción escolar, derivada de la precaria situación económica de las familias donde los estudiantes crecen, que impiden la evolución social. Algunas políticas públicas han hecho bien en condicionar la entrega de apoyos a la presencia de los menores de edad en instituciones de educación. Pero esa es apenas una de las aristas en el camino de conseguir una sociedad del conocimiento.

Gabriela Ramos, consejera especial para el secretario general de la OCDE, advierte que mejorar la situación de la educación no se trata sólo de construir aulas de calidad y lograr profesores bien preparados. Garantizar la seguridad de las personas es el mínimo para desarrollar cualquier bienestar, por lo cual es necesaria una reforma del sistema judicial para avanzar también en educación.

Algunos de los factores anteriores han sido atacados en sendas reformas legislativas. El gran reto será unir todas ellas en un solo canal. Por ejemplo, además del mejoramiento de la educación básica ¿hay una educación media y superior de calidad suficiente para cubrir la demanda? Haber hecho obligatorio el bachillerato no cuenta como un avance en sí mismo; ningún presupuesto acompañó la transición. ¿La reforma laboral aprobada durante el sexenio pasado ayuda a la inserción laboral de un creciente número de jóvenes egresados de universidades? Hasta ahora los resultados han sido pobres.

Gobiernos y legisladores deberían aprovechar la coyuntura actual para preguntarse qué tanto la reforma educativa podría desplegar sus alas si conjuntaran esfuerzos por impulsarla.

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