¿Qué entender por “populismo”? En el contexto político se refiere al acto de engañar a la gente, haciéndole creer que algún dirigente u organización lucha en favor del bien común cuando, en realidad, no es así.

Ayer, en su discurso con motivo de su Tercer Informe de Gobierno, el presidente Enrique Peña Nieto dijo: “En este ambiente de incertidumbre, el riesgo es que en su afán de encontrar salidas rápidas, las sociedades opten por salidas falsas. Me refiero a creer que la intolerancia, la demagogia o el populismo son verdaderas soluciones”.

No es la primera vez que el Presidente hace referencia al tema. En una reunión con militantes de su partido, en la sede nacional del PRI el 25 de julio pasado, el mandatario dijo: “(El populismo) es una amenaza recurrente que ha acechado a las naciones en el pasado. Hay ejemplos en la historia en donde los sentimientos de inconformidad tras crisis económicas globales facilitaron el surgimiento de doctrinas contrarias a la tolerancia y los derechos humanos”.

Durante la Segunda Guerra Mundial surgieron los personajes más acabados del populismo en los totalitarismos alemán, japonés e italiano. Las potencias del eje. Pero la fama de tiranías que les ha construido el cine puede hacer perder de vista que no fueron dictadores quienes llegaron al poder en esos países; obtuvieron el cargo con apoyo social. Sedujeron a pueblos enojados por las penurias económicas y las humillaciones pasadas.

Crisis económica y rechazo social son el caldo de cultivo ideal para el populismo, de acuerdo con la historia. El gran problema es que es difícil establecer una línea divisoria entre dirigentes con arrastre social y tiranos en potencia.

Incluso Hugo Chávez en Venezuela, a quien en ciertos círculos se le tomó como emblema del populismo más reciente, es considerado por millones en su país casi un santo. Hoy, con el mismo partido en el poder y con el nivel de vida del pueblo deteriorado, Chávez puede ser valorado más objetivamente.

Más difícil es evaluar a Vladimir Putin en Rusia, Cristina Fernández en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia... a cada uno de ellos se le ha puesto en esa categoría y quizá haya elementos racionales para hacerlo, pero sus pueblos no se han manifestado hartos. La pregunta es si sólo la desgracia del país —caso Silvio Berlusconi en Italia— puede probar la advertencia. ¿Se puede detectar a un movimiento o dirigente populista antes de que sea demasiado tarde?

Nos encontramos en una coyuntura similar a la que el Presidente se refiere. Pero ante la dificultad de identificar la fuente del riesgo, lo mejor es impedir que la inconformidad social brote, como también alertó el mandatario en su discurso.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses