Para dejar atrás la pobreza desafortunadamente no existe una fórmula mágica. El problema, que no es privativo de México, es enfrentado a menudo en el ámbito internacional con propuestas asistencialistas: el gobierno reparte apoyos y la gente necesitada sólo extiende la mano. Los resultados han sido desalentadores, al menos en el país.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el subsecretario de Desarrollo Social, Ernesto Javier Nemer Álvarez, afirma que ese tipo de prácticas está dejándose atrás y en su lugar existe un trabajo en comunidades para sacar adelante proyectos productivos que permiten “paulatinamente” que las personas salgan de la situación de carencia en que se encuentran. Al actual esquema se han sumado de manera acertada universidades que definen criterios técnicos para alentar el autoempleo en distintas regiones. Los resultados están por verse.

Luego de las recientes y desalentadoras cifras del Coneval, que reportaron un incremento en el número de pobres, el combate a la miseria no puede seguir en el mismo tono. Sin embargo, los proyectos productivos serán de poca utilidad si la economía nacional se mantiene con un crecimiento menor a 2%, casi similar al índice de aumento de la población.

Venezuela es un ejemplo. En 2011 el informe de la Cepal Panorama Social de América Latina colocó a ese país como el tercero con menor número de pobres en la región, pero dos años después fue el único país latinoamericano que registró un incremento en el porcentaje de población en situación de pobreza. Investigadores explicaron que el momento de mejoría para los venezolanos se dio gracias al boom petrolero que permitió crecer a la economía de la nación sudamericana.

Hay otros dos casos en el mismo sentido: el número de pobres se redujo en Brasil y China impulsado por un simultáneo despegue económico de ambos países. Es decir, la lucha contra la pobreza no rendirá frutos mientras no vaya acompañada de un desarrollo económico general.

La pobreza, bien lo define el subsecretario, se combate con riqueza y ésta se genera por medio de dos formas: teniendo un crecimiento importante en el país —lo que ocurrió temporalmente en Venezuela— o generando ingresos propios.

En México, la estrategia es adecuada, al menos en el papel: impulso a proyectos productivos, entrega de recursos a jefas de familia y transferencias de dinero a cambio de que los menores no dejen de asistir a la escuela. Lo que falla es la economía en su conjunto. Sólo un crecimiento económico largo y sostenido puede redondear y dar soporte a la lucha contra la pobreza.

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