A raíz de la crisis de 2007, una de las principales preocupaciones para la Reserva Federal (Fed) ha sido el estancamiento de los salarios reales en EU. No obstante, pareciera que dicho fenómeno se debe a un cambio estructural que va más allá de los alcances de la política monetaria.

De 2008 a la fecha, las contribuciones salariales promedio por hora en EU han presentado un crecimiento marginal, al registrar una tasa promedio anual de 0.5% en términos reales. Si bien ello ha sido uno de los aspectos más analizados por la Fed, no es un tema nuevo. De acuerdo con cifras de Economic Policy Institute, de 1970 a 2014 la productividad laboral aumentó en un 72.2%, mientras que las compensaciones salariales por hora crecieron en tan sólo 9.2%. Lo anterior contradice el argumento de que, asumiendo que EU es una economía competitiva, las retribuciones a la mano de obra deben coincidir con su productividad marginal.

Si bien las cifras sobre salarios reflejan en promedio un estancamiento, al desagregarlos por características de los trabajadores se observa un aumento en la desigualdad laboral. Es decir, mientras que las contribuciones hacia los percentiles más altos han repuntado, los de la clase media baja en general han declinado. Las divergencias mencionadas son incluso mayores al distinguir por género, por raza y por sectores. Por ejemplo, entre 2007 y 2014, el 5% que recibió mayores ingresos entre la población afroamericana observó una mejoría en los salarios respecto al periodo previo a la crisis, mientras que el resto enfrentó un deterioro en términos acumulados.

Existen varias explicaciones de la desigualdad laboral. Una de las más señaladas por la literatura ha sido la presencia de avances tecnológicos, los cuales generan una presión a la baja en las remuneraciones de aquellas actividades automatizables, favoreciendo la polarización de los ingresos. Por su parte, es bien sabido que el comercio internacional genera una presión a la baja en los salarios de los trabajadores poco calificados, ante la búsqueda de bajos costos de producción. Por otra parte, los flujos de migración internacional hacia EU, particularmente de bajos niveles educativos, han sido un factor principalmente destacado en los discursos políticos.

Adicionalmente, el grado de escolaridad en EU ha aumentado a una menor velocidad en las últimas dos décadas, lo que teóricamente debería elevar los salarios de los más capacitados. No obstante, la evidencia refleja un deterioro en salarios de trabajadores con educación superior y media superior. Ello, sumado a la divergencia entre los salarios y la productividad laboral, ha favorecido el desarrollo de nuevas explicaciones que ligan dicha dinámica a la manera en la que las empresas distribuyen sus recursos. Una posible explicación es que las empresas podrían estar destinando una mayor retribución al capital respecto de la que le corresponde al poder ejercer un poder monopsónico en el mercado laboral o monopólico en los mercados de bienes y servicios.

El impacto de la desigualdad laboral en el crecimiento podría diferir respecto a las causas de dicho fenómeno. El hecho de que los salarios puedan estar constantemente creciendo por debajo de la productividad marginal podría incluso afectar negativamente la productividad total de los factores de producción. En dicho caso, ello favorecería también una menor tasa de crecimiento potencial, lo que reduciría la efectividad de la política monetaria. Lo anterior marca la necesidad de medidas económicas adicionales para mejorar las condiciones laborales en EU, pues hasta ahora se ha dejado el principal papel a la política monetaria a pesar de estar fuera de su alcance.

Analista en economía internacional

e-mail: daniela.ruiz@barcelonagse.eu

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